¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Ardor guerrero

La mayor debilidad de Europa hoy en materia de defensa es la población. Nos hemos pasado con el bromuro en la sopa

CON bastante acierto, el historiador y analista Florentino Portero ha señalado en alguna ocasión cuál es la gran debilidad de Europa en defensa. No es la falta de una industria militar fuerte, ni la endeblez de los presupuestos en la materia. La gran flaqueza del Viejo Continente, su flanco más descubierto, es su propia población.

La prueba más evidente la vimos en los primeros días de la invasión de Ucrania. Todos dimos por hecho que Kiev caería en cuestión horas, que es lo que hubiese pasado si una potencia muy superior hubiese atacado a cualquier país de Europa Occidental. Tenemos unas excelentes fuerzas armadas, pero en general falta en la población eso que llaman ahora "cultura de defensa", que no es otra cosa que el "ardor guerrero" de antaño. En caso de ser necesaria una movilización general, como la de Ucrania, la tragedia estaría servida.

Revertir esta frigidez bélica requeriría mucho tiempo. Llevamos décadas de bombardeo de propaganda antimilitarista. Después de dos guerras mundiales en apenas medio siglo, Europa optó por echar bromuro en la sopa de la ciudadanía. Nadie quería volver a la barbarie a la que le había llevado un desmesurado culto al dios Marte. Los honorables códigos militares son muy respetables, pero deben quedarse dentro de los cuarteles. La contaminación de la sociedad civil por lo militar nunca trae nada bueno.

Sólo el Reino Unido ha conseguido que lo civil y lo militar convivan en armonía, tanto que el empleo de captain o major se exhibe en sociedad con la misma satisfacción que el título de lord. Hasta Robert Graves, en sus memorias pacifistas de guerra, Adiós a todo eso, se siente orgulloso de la tradición de los Reales Fusileros Galeses, su viejo regimiento. Nos lo comentaba en la facultad el profesor Macarro: "tras la Gran Guerra, los estudiantes de Oxford o Cambridge juraron no volver a empuñar un arma nunca más. Después, fueron la flor y la nata del Ejército Británico durante la II Guerra Mundial".

¿Qué hacer? Educación en los colegios. Si les enseñamos a respetar la diversidad y el himno de Andalucía también podemos transmitir que la defensa de nuestro país y sus valores es algo que compete a todos (¿o quizás no estamos seguros de eso?). ¿Volver a la mili? Sería tonto e ineficaz. Los cuarteles no deben volver a ser guarderías. Pero sí habría que idear algún método para inculcar que todos, en un momento dado, podemos ser llamados a formar parte de ese pelotón que, en Salamina, salvó a la civilización griega.

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