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La ciudad y los días

carlos / colón

Avanzar sin bandazos

PEDRO Sánchez registró ayer en el Congreso la petición para que se ponga en marcha un estudio de la reforma de la Constitución que aborde el problema territorial, el blindaje del Estado de bienestar y la regeneración democrática. Cosas muy razonables si no fuera porque todos, y también Sánchez, sabemos que un Estado federal no sacia las apetencias independentistas; que la regeneración de la democracia depende, por supuesto, de la activación de más poderosos y eficaces controles, pero sobre todo de la regeneración interna de los partidos, cosa que a su vez depende por completo de sus líderes y aparatos. De otra forma parecería que por sí mismos, como si fueran adictos a la corrupción, son incapaces de poner orden en sus propias casas. En cuanto al deseable blindaje de la educación, la sanidad y las pensiones, no requiere rectificar la modificación del artículo 135 pactada por PSOE y PP, sino garantizar que existan los recursos públicos suficientes. Si erróneas políticas económicas no lo permiten, se podrá modificar la Constitución cuanto se quiera, pero la garantía constitucional del Estado de bienestar será letra muerta.

Es de esperar que los socialistas no se dejen arrastra por quienes no quieren reformar la Constitución del 78, sino cargársela; y con ella el espíritu de la Transición que la hizo posible, garantizándonos el más largo periodo de libertades democráticas de toda nuestra historia. Lo de antes fue pegar bandazos, tantas veces sangrientos, del trienio liberal a la década ominosa, de María Cristina a Espartero, de Isabel II a la revolución del 68, del sexenio democrático a Amadeo de Saboya, de la I República a la Restauración. Podríamos descansar aquí, como si la Restauración fuera un rellano democrático, pero los años de relativa normalidad democrática que van de 1875 a 1923 fueron convulsos (asesinatos de Cánovas, Canalejas y Dato, guerra hispano-norteamericana y de África, pérdida de las últimas colonias, radicalización política totalitaria) hasta su desembocadura en las dictaduras de Primo de Rivera y Berenguer, la II República asediada por golpes de Estado -1932, 1934, 1936-, la guerra civil y la dictadura.

Cuando murió Franco España tenía el suelo que le había faltado a la Restauración y a la II República para edificar una democracia europea: clases medias. El enfrentamiento suponía muchas más pérdidas que ganancias. Y se impuso el sentido común democrático.

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