¡Todo fuera!

DEL cómo gastar mejor hemos pasado al cómo ahorrar a toda costa. Cada día surgen un montón de remedios para eliminar gastos inútiles. No sé qué es más arriesgado, si la imaginación derrochadora o la imaginación ahorrativa. Los ahorradores extremos quieren eliminar casi todo. Según su teoría de la mezquindad todo sobra. Empezando por los gastos que genera el sostenimiento de un sistema democrático. El sueldo de los políticos, el gasto de los partidos, el presupuesto del Parlamento, la supuesta duplicación administrativa de las comunidades autónomas. ¡Todo fuera! El problema, claro, es que si eliminas el salario de los políticos o los gastos de los partidos terminaríamos por cargarnos la democracia participativa. Si consideramos suntuaria la propaganda electoral ponemos en duda las campañas preelectorales. Si por economizar reducimos los gastos parlamentarios podemos enmudecer al poder legislativo. Y si, en fin, suprimimos la administración descentralizada estamos eliminando el Estado de las autonomías. Es verdad que hay muchos organismos sobrantes. Y mucha plantilla de personal inútil. Sobran seguramente las diputaciones y ministerios. Pero hay que tener ojo con los ahorradores expeditivos para quienes una autocracia es el más barato de los regímenes.