Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
AL ministro Miguel Sebastián le ha caído lo que no hay en los escritos (incluso de sus propios compañeros de Gobierno) por decir que la paciencia con los bancos estaba apunto de agotarse. Yo no sé si la paciencia es la principal virtud para encararse con la banca. Sospecho que quizá fueran más convenientes la templanza, la diligencia e incluso la caridad. En cualquier caso algo lleva de razón Sebastián.
Escuchar las declaraciones de Emilio Botín es asistir a un espectáculo de arrogancia sin igual. Creo que es el único hombre con poder para contradecir no ya a los políticos sino a la propia realidad. Ha dicho, por ejemplo, que el grifo del crédito no está cerrado y que el sistema quebrará si aumentan los préstamos. ¡Y punto en boca!
¡Quién diría, ante tanta desdeñosa impertinencia, que la banca se encuentra en un momento apurado!
Entonces ¿qué se puede hacer contra la banca? ¿Qué le cabe hacer al Estado? ¿A los empresarios que reclaman inútilmente préstamos? ¿A los modestos aspirantes a comprar un piso o un automóvil? ¿Cómo podemos los particulares eludir los bancos ya sea por una simple cuestión de honra personal?
Ojo: ante el poder excesivo hay respuestas exorbitantes. Por ahí creo que iba Sebastián y su paciencia.
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