El Poliedro
Tacho Rufino
¡No hija, no!
Gafas de cerca
El docente tiene un público cautivo en las horas de clase. Debe escucharte, trabajar siguiendo tu plan, tomar notas, tolerar alguna gracieta o un farol. Debe estar callado durante largo rato, y, deseablemente, comprenderte. En ese proceso, y a lo largo de su carrera, la edad del profesor va distanciándose de la de sus alumnos, cada curso un año más: es matemático. Teniendo chicos de último curso de carrera, con una media de 21 o 22 años, y para no caer en la siempre amenazante batallita, debe uno pararse antes de citar los tiempos pasados. Tiempos predigitales y paleointernéticos. Es inexorable que esos profesores desparezcamos de las aulas. Mientras, debe pensárselo antes de dar por consabida la crisis bancaria y del ladrillo (2008) y los posteriores seis años de Gran Recesión, que así la llamamos creyéndonos el centro de la Historia. Sucesos más cercanos como el covid y aquel confinamiento de hace cuatro años serán hechos que no habrán dejado huella en los alumnos de primero de dentro de cinco años; apenas ecos y pequeños mitos familiares.
De lo que no guardan memoria alguna estos alumnos míos de cuarto es de los atentados de las Torres Gemelas del 11-S de 2001, aunque quizá alguna más que de los del 11-M español dos años y medio después, dado lo tremendo de aquellas escenas de Manhattan grabadas por televisión. Ayer se cumplieron 20 años de los brutales bombazos yihadistas de Madrid. Estos veinteañeros de ahora puede que sepan de aquellos sucesos, pero carecen de la cicatriz del asombro, el miedo, la desazón y la zozobra personal y colectiva que produjeron en este país. Tampoco recuerdan que hubo no pocos, sino muchos, cretinos irresponsables que sacaron pecho y se hicieron notar acusando a las “cloacas del Estado” o al Gobierno de turno (vale decir Aznar y el PP por apoyar a Estados Unidos en la Guerra de Irak, vale decir alternativamente una gran trama del alto PSOE para derrocar al Gobierno popular). Aquella canallada islamista dio pisto y cancha a los negacionistas de carné, a los tremendistas de ocasión y a otros individuos ávidos de atención. Regaló muchas ventas a algunos periódicos, que entonces eran sobre todo en papel: eran tiempos analógicos, y esto quizá paró algunos engaños masivos. ¿Qué hubiera sucedido hoy? Con motivo de este infausto aniversario, la Asociación 11-M pide “reparación” moral por los promotores irresponsables de las “teorías de la conspiración”, y denuncia que “hay muchos políticos que no han pedido perdón” por jugar con los muertos, haciendo doble su daño. Están callados como muertos. Pero están vivos, ellos.
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