Impotencia
Una embajada con estrella
El emblemático ‘Corral de la Morería’, embajada jerezana en Madrid, obtuvo el pasado miércoles su propia estrella Michelin, convirtiéndose en el primer tablao flamenco en alcanzar este galardón
Los negocios familiares nunca han sido empresas fáciles de mantener. El traspaso de una generación a otra rara vez resulta pacífico y a gusto de todos, lo que provoca que la obra del fundador pierda su brillo inicial. Pero hay honrosas excepciones, en las que los hijos no sólo heredan el amor de su padre por su profesión, sino que, conservando su esencia, lo adaptan a los nuevos tiempos y terminan logrando que su obra sea cada vez mejor y esté más reconocida.
Y este, sin duda, es el caso del querido por todos los jerezanos en Madrid ‘Corral de la Morería’, único tablao flamenco que, desde el pasado miércoles, ha sido reconocido con una estrella Michelin, el más prestigioso reconocimiento posible en el mundo de la gastronomía.
Esta casa –considerada oficialmente por nuestro Ayuntamiento, por méritos propios, desde hace dos años como la embajada jerezana en la capital del Reino- fue fundada en el año 1956 por el recordado D. Manuel del Rey, descendiente de una saga de reconocidos restauradores de la Corte de Madrid, quien desde el primer momento tuvo claro lo que quería para su negocio: el mejor flamenco y la mejor gastronomía unidos en un entorno especial que, aseguro, te atrapa y te provoca que sientas, como dice la bailaora Blanca del Rey, mujer del fundador y directora artística del tablao, “vida”, por los cinco sentidos.
Hoy por hoy, el ‘Corral de la Morería’, que conserva la ubicación original desde su fundación –a escasos metros del Palacio de Oriente, entre las calles del viejo Madrid-, es una referencia del flamenco, la buena mesa y de Jerez para el mundo entero.
Digo Jerez, porque como cuenta Juan Manuel del Rey, hijo del fundador, quien actualmente comparte las labores de dirección del tablao junto con su hermano Armando, ellos se sienten de nuestra tierra por tres motivos: “por el estrecho vínculo de mi madre con el Festival de Jerez, por los grandes artistas flamencos jerezanos que siempre han estado en nuestro tablao, y por la enorme pasión que sentimos por los vinos de jerez, que, para nosotros, son los más maravillosos del mundo”.
Y es que, la estrella recibida responde no sólo a la gran oferta gastronómica de su chef, el gran David García, sino a la firme apuesta de la familia del Rey por el único vino genuinamente español: el vino de Jerez.
Actualmente cuentan con más de ochocientas referencias de nuestro vino en su carta, proponiendo el maridaje exclusivo de los platos de su menú con un amontillado salino de Sanlúcar de Barrameda, o el fino en rama más secreto de Jerez.
Pero no queda ahí su amor y reconocimiento por lo nuestro, que también es lo suyo, sino que tienen algo muy especial que merece ser contado. Juan Manuel y sus colaboradores no sólo se recorren año a año las bodegas del Marco para seleccionar los mejores vinos de nuestra tierra, sino que cuentan con una carta exclusiva de marcas antiguas de jerez de bodegas desaparecidas, gracias a las que podemos viajar en el tiempo al antiguo Jerez que, desgraciadamente, mis contemporáneos no hemos podido vivir. Dice Juan Manuel, y de esto sabe, que “el vino de Jerez en botella es el que mejor se conserva del mundo”, y que incluso en muchos casos “gana en complejidad y profundidad”. Es emocionante ver a alguien que valore y quiera a nuestra tierra como lo hace él.
No me puedo sentir más orgulloso como andaluz y jerezano que unas personas, como la familia del Rey, hayan obtenido un reconocimiento como éste. Pero esto no es casualidad. Como dijo la cordobesa Blanca del Rey al momento de conocer la noticia de la concesión de la estrella, y parafraseando al malagueño Pablo Ruiz Picasso, “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. Y es esta la pura realidad de este tablao y de esta familia. Que este éxito nos sirva de guía y recordatorio a estos españoles sin complejos que somos los andaluces que sólo tenemos que creérnoslo para ocupar el lugar que nos corresponde en la vanguardia del arte, de la cultura y de la gastronomía de este precioso país, en el que tenemos la suerte de vivir.
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