Tribuna libre

José Castaño Rubiales

"Dejad que los niños se acerquen a mí"

Me sentí tan profundamente emocionado esta Noche de Jesús cuando salimos de San Juan de Letrán para realizar nuestra Estación de Penitencia al contemplar detrás del paso de San Juan más de cien niños y niñas vestidos con el hábito de Jesús, que al verlos con tan alegres semblantes recordé las palabras del Señor cuando dijo a sus discípulos: " Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mi; de los que son como ellos es el Reino de los Cielos". Se uniría a esta emoción, el indeleble recuerdo de la abuela Ana. Ella fue la que a pesar de tantas carencias tuvo la gran riqueza de amar y confiar siempre en Nuestro Padre Jesús Nazareno. Llena de amor y esperanza en Él, quiso que sus hijos aprendiésemos a amarlo igual que ella y que jamás dejásemos de confiar en Jesús. Ya mayor con los ojos llenos de lágrimas nos pediría a los suyos que nunca lo perdiésemos de vista y que educásemos a nuestros hijos en la Fe cristiana. Contemplando tan extraordinario y numerosísimo cortejo infantil y juvenil de hermanas y hermanos de Jesús, al ver que entre ellos y ellas varios nietos, nietas, bisnietos y bisnietas de la abuela Ana, volví a sentirme conmovido y lleno de eterna gratitud hacía ella. Tuve la impresión de que su espíritu, como sus recuerdos estaban más presente que nunca en esta inolvidable Noche de Jesús. Estos Hermanos y Hermanas de Jesús, todos, eran el mejor testimonio del fruto de las devociones nacidas de las oraciones de bisabuelas, abuelas y madres, que como la abuela Ana, habían tenido la sabiduría de inculcar en sus descendencias el amor a Jesús y a la Virgen del Traspaso. Ellas habían conseguido que sus descendencias no se dejasen vencer o intoxicar por los enemigos de la Iglesia y nuestras devociones. Estos nuevos Hermanos y Hermanas de Jesús eran el mejor testimonio de sus heredados amores nazarenos. Aquellos niños y los muchos otros más pequeños que más tarde se unieron a ellos al amanecer por la calle Larga hicieron con su presencia tambalear mis grandes dudas del futuro espiritual de nuestras Cofradías. Ellos hacían renacer mis perdidas ilusiones de futuras Semanas Santas auténticamente santas. No cabe la menor duda que esta Semana Santa ha sido esplendorosa en todos los sentidos y ha tenido momentos inolvidables, pero estoy convencido, al menos para mi, que el enorme grupo de Hermanitos y Hermanitas de Jesús, acompañando a Jesús, San Juan y la Virgen del Traspaso desde la tres y media de la madrugada ha sido el mayor estimulo para los cofrades con mayúscula que viven entregados a sus cofradías durante los trescientos sesenta y cinco días del año. En este sentido es obligado felicitar a la Junta de Gobierno de la Hermandad de Nuestro Padres Jesús Nazareno y muy especialmente al excelente grupo de Hermanas que durante todos los sábados del año cuidan, enseñan y forman a estos niños con la delicadeza de autenticas madres, a querer a Jesús y su Santa Madre del Traspaso. Que Nuestro Padre Jesús Nazareno os bendiga a todos y que nada, nadie y nunca os hagan perder de vista el bendito rostro de Jesús ni el de su Santa Madre del Traspaso.

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