Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
LA bancarrota de la ciudad de Detroit no ha cogido por sorpresa a nadie, porque desde hace mucho tiempo se organizaban viajes a Detroit para ver sus "ruinas", igual que aquí hacemos turismo visitando los restos de Itálica o de Medina Azahara. Entre esas ruinas se incluían los hoteles vacíos del centro, los parkings sin coches, los edificios abandonados y los barrios enteros que se habían quedado sin habitantes. También se visitaban los lugares que habían simbolizado el antiguo esplendor de la ciudad, como los estudios Motown, donde se grabaron algunos de los mejores discos de música negra de los años 60 y 70 (Smokey Robinson, The Temptations, Marvin Gaye). El fundador de los estudios Motown, el cínico Berry Gordy -que nunca salía a la calle sin una pistola en el bolsillo-, describía su estilo musical como "una mezcla de ratas, cucarachas y amor", pero si esto era así, nunca hubo ratas y cucarachas que sonasen mejor.
Entre las "ruinas" contemporáneas de Detroit, también se incluían las fábricas automovilísticas, porque Detroit ha sido desde comienzos del siglo XX la capital de la industria del motor, pero esa industria está moribunda desde hace muchos años. En una calle norteamericana media se ven cinco o seis coches japoneses por cada modelo americano, de modo que es evidente que esa industria ya no es rentable. Y si muchas corporaciones no han quebrado ya, tienen que mantenerse a base de subsidios y ayudas públicas. Desde que empezó el declive de la industria automovilística, ningún político de Detroit quiso enfrentarse a la realidad, y durante años y años, políticos y sindicalistas se dedicaron a mantener el espejismo de la prosperidad perdida. Hasta que llegó el momento en que todo saltó por los aires.
Los románticos del siglo XIX popularizaron el paseo melancólico entre las ruinas, porque creían que todas las civilizaciones tienen un curso que se parece mucho a la vida humana, así que las ciudades -igual que todos nosotros- nacen, se desarrollan y mueren. La historia de Detroit puede hacernos creer que los románticos tenían razón, pero no creo que vaya a ser así. Detroit perderá población en algunas zonas y se quedará sin la industria que todo el mundo asociaba con ella, pero la ciudad perdurará. Ahora mismo los bajos alquileres están atrayendo a inmigrantes y a jóvenes que a lo mejor nunca imaginaron que acabarían viviendo allí. En el mundo moderno nada se destruye y todo se transforma. Como las cucarachas y el amor del sonido Motown.
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