Felizmente Casado

A Vox los números le dan para poner condiciones tan leoninas como si fuesen del PNV, pero no la lógica política

Casado parecía Divorciado. Estaba roto, antes de las andaluzas, entre el discurso de centro de Ciudadanos y el de derechas de Vox. Si se arrimaba a un lado, unos votantes se le iban a otro. El desánimo entre sus afiliados se palpaba. Así fue hasta el 2-D.

Ahora se les palpa el entusiasmo: están felizmente Casado. Tienen motivos. La tendencia era caer en votos y en diputados, y cayeron, y cuánto, y cómo crecieron (12+12) sus directos rivales a izquierda y a derecha; pero la foto fija que han supuesto las elecciones ha dejado al PP de líder de los tres partidos que pueden hacer el cambio.

Además, Casado queda unido indisolublemente al partido como un bonus pater familias. Apostó por partirse la cara en la campaña andaluza, y ahora, si están como ni soñaban, nadie dirá que fue gracias a Juanma Moreno.

Las razones del PP para el alivio, primero, y para la alegría, después, lo son, al final, para el jolgorio, si no nos quedamos sólo en el evitado sorpasso de C's y en el inesperado liderazgo para el cambio. Las posiciones, tal como quedan, le favorecen. Primero, porque se barrunta hundimiento en el PSOE tras haberse hundido el suelo andaluz bajo sus pies, y en el Congreso está Pablo para aprovecharlo. Segundo, porque el pacto de investidura o de legislatura, explícito o implícito, con taquígrafos o tácito, ha de incluir a Vox, y eso incomoda y divide a C's. Al PP, al revés. José Ramón del Río fue pionero en defender, ya ante el lejano Fraga, que a los populares les vendría muy bien otro partido por la derecha. Los hechos han dado a Del Río la razón que Fraga no vio, porque en Andalucía han salido los números gracias a Vox y porque ya nadie acusa al PP de ultraderecha. Encima, un pacto con Vox coloca a C's en el disparadero, mientras que el votante del PP, que tiene con Vox una parte de su corazoncito, se regocija de pactar, ya que a votarlos no se atrevió.

Vox también carraspea, porque está moralmente obligado a desalojar al PSOE y, aunque los números le dan para poner condiciones tan leoninas como si fuesen del PNV, la implacable lógica les hará quedarse en lo mínimo de su programa de máximos. El resultado electoral sacó a Vox del armario, pero la aritmética del cambio puede mandarlo al rincón.

En política todo puede cambiar en un segundo, como demuestra la luna de miel de Casado cuando todo apuntaba a una ruptura, pero, hoy por hoy, en el PP no me extraña que exulten.

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