En 2017 la Universidad de Oxford dijo que la Inteligencia Artificial (IA) superará a los humanos en la traducción de idiomas en 2024; en la redacción de ensayos de bachillerato en 2026; en la escritura de un libro superventas en 2049; y en la cirugía en 2053. Ya se está comprobando, estas previsiones se alcanzarán mucho antes. Mientras, nuestros líderes políticos y mediáticos andan discutiendo sobre la desaparecida ETA, los pactos para repartirse poderes minúsculos y las fronteras inexistentes; no hay asunto más relevante para nuestro futuro, que establecer cómo se va a regular el desarrollo de sistemas informáticos capaces de realizar tareas que hasta ahora requerían de inteligencia humana. La batalla entre el pensamiento humano y la IA ha comenzado y de como concluya dependerá el futuro humano.

Todo comenzó a mediados del siglo pasado cuando Alan Turing intentó crear una máquina que jugara al ajedrez. Fracasó, pero en 1965 nace Eliza, el primer chatbot capaz de mantener conversaciones con humanos. En 1997, el ordenador Deep Blue ganó a Kasparov, campeón del mundo de ajedrez. En el 2007 Carnegie Mellon se convierte en el primer coche autónomo alcanzando una velocidad de 88 kilómetros por hora. En 2011 IBM Watson, otra máquina, gana un popular concurso cultural televisivo contra humanos. En 2014 Eugene Goostman, una inteligencia artificial, se convierte en la primera en pasar el Test de Turing, un procedimiento que permitía establecer si algo es humano o no. A partir de 2022 comienza un desarrollo masivo de lo que se conoce como la IA generativa, la que da respuestas y crea contenidos. Estamos sólo en la prehistoria de algo que va a cambiar el mundo y a sus habitantes. En Estados Unidos ya se han dado cuenta de ello y en 2021 invirtieron 53.000 millones de dólares en el desarrollo de estas nuevas tecnologías. China, cuyas cifras nunca son comprobables, lo hizo con 17.000 millones. El tercer país fue UK con 4,7. Estos datos, que son los últimos conocidos, muestran que EEUU invierte más que todo el resto del mundo juntos. Microsoft ha puesto 10.000 millones de dólares en Open AI, la firma creadora de Chat GPT. Todo esto ocurre mientras España se convierte en el bar de Europa y su capital en el nuevo Miami, pudiendo aspirar a ser California y San Francisco. Preferimos la fiesta a los terremotos, y así cuando llegue el meteorito que termine con nosotros los dinosaurios, nos cogerá bailando, algo que de momento no saben hacer los robots.