Jerez íntimo

Marco Antonio Velo

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Jerez 1992: Manuel Piñero Vázquez y un cenital acto cofradiero

Iglesia de San Marcos, 1992, de izquierda a derecha: González Mejides, Bellido Caro, Amigo Vallejo, Piñero Vázquez y González García.

Iglesia de San Marcos, 1992, de izquierda a derecha: González Mejides, Bellido Caro, Amigo Vallejo, Piñero Vázquez y González García.

La elección dedocrática a favor Manuel Piñero Vázquez para desempeñar el cargo de presidente de la Unión de Hermandades fue un acierto rotundo -tan sorpresivo como unilateral el nombramiento- del obispo don Rafael Bellido Caro. El hasta entonces denominado Consejo Directivo de la Unión de Hermandades se encontraba en un cierto bloqueo electoral cuyos episodios no han lugar hoy a mayores pormenores explicativos. Con esta apuesta a dedo se resolvió el entuerto. El caso es que la designación satisfizo tanto a los máximos dirigentes cofradieros de la época como al cuarto poder -siempre los medios de comunicación-. Téngase en cuenta que Manuel Piñero, considerado un cofrade veterano, serio, de un altísimo sentido de la responsabilidad, curtido en la experiencia de miembro de distintas juntas de gobierno y asimismo de hermano mayor (1976-1981) de su Hermandad de la Coronación, y a vez integrante de la gestora de la Unión de Hermandades allá por la década de los 70, contaba además con el respaldo y el apoyo periodístico de su amigo y hermano de corporación Manolo Liaño Pérez.

Piñero era tan respetuoso como respetable. Amén un hombre de Iglesia. Discreto, prudente, sensato, propietario de un corazón de oro. Porque Manolo Piñero digamos que a menudo, tras su fachada de cofrade imponente y acaso de no fluyente sonrisa cada dos por tres, escondía un ser muy sentimental. Muy dado a las emociones y, tan pronto brotara en cualquier conversación a solas -vis a vis- cuestiones para él íntimas y asidas al más luminoso de los recuerdos, la mirada de Manolo se tornaba vidriada de lágrima a punto. Fue un dirigente de mucho cachet. De nobleza y categoría. Elegante en el vestir y en el proceder. Todo un caballero quien, por descontado, insisto, imprimía respeto. El pelo anillado de un rubio como imantado del oro de la galleta de la vara del hermano mayor de la cofradía torera que procesiona cada Domingo de Ramos de la capilla a secas. Valga decir: de los Desamparados. Piñero quiso a rabiar a su Hermandad y no exclusivamente por razones de proximidad: fue de por vida un clásico vecino del barrio de San Pedro. De hecho su empresa de impresión también estaba ubicada a las propias plantas de su hogar familiar, sita en la calle Antona de Dios. Curiosamente a la azotea de esta vivienda iban a parar todos los balones que provenían del aledaño patio descubierto del colegio La Salle Buen Pastor tras un obús, un chutazo, de mucha altura, de los alumnos aspirantes a Emilio Butragueño. Entonces el cielo jerezano de aquel enclave era una sucesión de esféricos al alza.

Don Rafael Bellido solía cortar por lo sano siendo obispo “a su manera”, según acuñaba una expresión tan suya y de nadie más. Con Piñero puso el dardo en el centro de la diana. Y Manolo ocupó el sitial del estamento entonces con sede social en la calle Sevilla -las mismas dependencias que hoy extienden y acogen la Casa de Hermandad de la Defensión-.

¡Si aquellas paredes hablasen de cuanto allí se ha cocido tanto en encuentros privados, en reuniones de diferentes Consejos de la Unión de Hermandades, elecciones públicas del cartel de la Semana Santa, ruedas de prensa y, más enfáticamente, Plenos de Hermanos Mayores! Alguien dejó dicho que si a las tantas de la madrugada de un día cualquiera de los denominados laborables pasabas por calle Sevilla y atisbabas la luz encendida de los salones del Consejo… es que allí se estaban librando batallas la mar de interesantes. Quisicosas de la intrahistoria cofradiera de esta Muy Leal ciudad.

Piñero dotó al Consejo -fue su presidente de 1988 a 1993- de un dinamismo institucional que creó escuela. De su mano trabajaron consejeros muy experimentados: Claudio Troncoso Ortega (vicepresidente), José A. García Fernández-Palacios (secretario), Manuel Muñoz Natera (tesorero), y los vocales Manuel Ruiz-Cortina Reimóndez (portavoz y Relaciones Públicas), José Luna Gener (delegado de relaciones con las Hermandades), Miguel Ordoñez Ruiz (delegado de formación cofradiera), Francisco Javier Mateos González (delegado de Juventud) y Manuel Flores Alonso (adjunto a presidencia y Régimen Interior). A la cabeza el delegado episcopal don Antonio Bernal Verdugo. Igualmente José María del Río Serrano y Miguel Ruiz Ruiz formaron parte de este Consejo en sus primeros pasos. Manolo Piñero afianzó ciertas estructuras, activó la contabilidad, creó el Boletín de las Cofradías de Jerez, apostó por un primer replanteamiento de la Carrera Oficial y organizaría un programa de empaque para conmemorar las bodas de oro de la Unión de Hermandades.

Precisamente a esta efeméride corresponde la foto que hoy encabeza nuestro ‘Jerez íntimo’: 13 de enero de 1992: en la iglesia de San Marcos, de izquierda a derecha el hermano mayor de la Cena Antonio González Mejides, el obispo de Jerez Rafael Bellido Caro, el arzobispo de Sevilla Carlos Amigo Vallejo -nombrado cardenal en 2003- quien dictó la ponencia ‘María, Estrella de la Evangelización’, el presidente del Consejo Manuel Piñero Vázquez y el director del Secretariado de Hermandades Juan González García. Los cinco gozan hoy de la Gloria eterna. Manolo Piñero falleció el 24 de octubre de 2008. Contaba con casi ochenta años de edad. No pudo superar una afección cardiaca. Cuando murió era el número 1 del Jerez Industrial C. F., otra de sus pasiones. Fue recibido el féretro, en la sede de la cofradía de la Albarizuela, por la Junta de Gobierno. Con estandarte al frente. Estuvo, de nuevo, a las plantas de sus Sagrados Titulares. Sirva esta fotografía como tributo a un cofrade ejemplar. Digno de ser imitado.

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