HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Lenguas y naciones

03 de diciembre 2008 - 01:00

SERÍA sabio y prudente, ante una situación política delicada, consultar qué hicieron los griegos en semejantes circunstancias. Tengamos en la mente que los avances desde Grecia hasta hoy son técnicos, no humanos. Lo puramente humano sigue tal como estaba en el decenio de la guerra de Troya. Aunque los primitivos griegos, los aqueos homéricos, están todavía en las sombras de su antigüedad, sabemos que la idea de nación no existía y tardará muchos siglos en crearse. Griego era el que tenía la lengua griega como materna, todos los demás eran extranjeros, incluidos los refinados cretenses y los aguerridos y hermosos troyanos, así como los hablantes de griego porque lo habían aprendido por conveniencia para el comercio. Los cretenses civilizan a los aqueos y los aqueos acaban mezclados con los troyanos. Al final, todos griegos. El griego se convierte en la lengua adoptada, y luego natural, por su precisión y sutileza en amplios territorios que, en principios, no eran griegos, aunque durante mucho tiempo se siguieran hablando otras lenguas ya regresivas. La cultura y el comercio eran griegos.

Ni en la primitiva Grecia ni en la clásica se obligó a nadie a hablar determinada lengua. En el siglo de Pericles quien no hablara griego tenía mal porvenir; en tiempos de Alejandro Magno y los diadocos, no existía. En España pasó algo parecido. No se obligó a nadie a hablar castellano, ni en España ni en América. Fue una lengua adoptada por conveniencia porque era la de la cultura, el comercio y la diplomacia, no por capricho, sino porque había absorbido otras lenguas hermanas para dar nacimiento al español, y era la que había evolucionado más y mejor hacia una mayor precisión expresiva. No se obliga a los indios americanos a hablar español: los misioneros aprenden las lenguas precolombinas para predicar el evangelio y son los indios quienes se aplican en aprender la lengua de los conquistadores para salir del aislamiento.

El complejo de inferioridad de los nacionalismos con lenguas minoritarias, aparte del español, creen estar en Micenas o en Pilos y consideran catalán a quien tenga la lengua catalana como única y materna. Creen inventar una nación imponiendo a la fuerza una lengua. Nunca se hizo así. La Historia lo ha hecho al revés: sin obligar a nadie -léase a Cervantes cuando Don Quijote llega a Cataluña- el castellano-español fue la lengua adoptada por los catalanes durante siglos para desenvolverse en España y en el mundo. El nerviosismo llega a grados patológicos con el vascuence, reliquia lingüística que entretiene a los filólogos, sobre todo sus dialectos, pero que nadie habla como lengua natural por inservible en el concierto de las naciones. Los griegos fueron, y son, tan importantes en la formación del mundo civilizado, que la existencia de otras lenguas en Grecia era un problema para las otras lenguas, no para ellos.

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