UN servidor de ustedes, como era de esperar, no escribe estos artículos con ningún afán divulgativo. Los hago con la única pretensión de ahorrarme después unas perras cuando vaya a las casetas. El método es bien simple: que se le antoja a uno, por ejemplo, almorzar a base de comida mejicana, porque ya está harto de jamón y gambas, pero quiere que le apliquen la tarifa plana del "pescueceo", pues nada, se pregunta a un guardia a ver si sabe dónde cae la caseta del Club Atlético Jalisco, o El Ranchito Mariachi o algo por el estilo. Se marca luego un artículo muy elogioso y dice que aquel cachito de México lindo es la cosa más rechula de la Feria, que como allí no se come en otro pinche sitio y que las camareras más guapachosas son las de esa caseta. La invitación estará garantizada.
La mala pata es que ni a mí me gusta la comida mejicana ni tampoco he encontrado ninguna caseta que se llame ¡Viva Zapata! Así que casi mejor me acerco a la de Ikea, que dicen que está muy graciosa, y así compruebo con mis propios ojos si es verdad eso de que pides una tortilla y efectivamente te ponen una tortilla. No como dicen por ahí, que la pides y lo que te dan es media docena de huevos, una sartén, las papas, el cuchillo y una llave "allen", por si acaso, para que te la vayas preparando tú mismo.
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