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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Memoria, historia y blanqueos

Confundir la memoria con la Historia da lugar a relatos partidistas ideológicamente reconfortantes

El ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, anunció el pasado miércoles, tras reunirse con el alcalde de Barcelona, que la Jefatura de Via Laietana será designada lugar de memoria. Algo necesario, dijo el alcalde, ante “la ofensiva de la ultraderecha, con la complicidad de la derecha en muchas comunidades autónomas de España, para blanquear la dictadura franquista”.

El presunto blanqueo del franquismo es un truco propagandístico para echarle el muerto (nunca mejor dicho) a toda la derecha, identificando como lo mismo Vox y el PP (con la inapreciable ayuda de un errático y torpe PP que, un año después, no ha sabido salir de la maraña en la que se metió entre mayo y julio). Los blanqueadores del franquismo son, afortunadamente, una minoría irrelevante en este país. Más numerosos, en cambio, son los blanqueadores de ETA y los enjalbegadores de EH Bildu que, como se ha visto estos días, también pasan sus apuros cuando por un roto en la piel de cordero aparece la pezuña del lobo (lo del “grupo armado” de Otxandiano, ya saben).

Si el PP tiene el lastre de sus pactos con Vox, el PSOE tiene el de los suyos con ERC, Junts o EH Bildu. Son más pesados por sus consecuencias, pero le pasan menos factura por su éxito al presentarlos como un muro de progreso para frenar una derecha que, dicen, de liberal ha pasado a reaccionaria con ribetes filo fascistas o neofranquistas. Para echarle encima el muerto franquista ha sido necesaria la manipulación de la historia convertida en memoria y propaganda: no se olvide el papel de Bildu en la redacción, aprobación y presentación de la Ley de Memoria Democrática.

Un ejemplo puede ser la designación de la Jefatura de Vía Laietana como lugar de la memoria. Ciertamente es un símbolo de la represión y las torturas franquistas. Pero su siniestra historia no empezó en 1939. ¿Se recordará que en 1933 y 1934 actuó allí el siniestro Miquel Badia como secretario y jefe superior de la Comisaría General de Orden Público de la Generalitat? ¿Y las actuaciones del comisario general de Orden Público Eusebio Rodríguez Salas en 1936 y 1937? No. Como escriben Álvarez Tardío y del Rey en la introducción de Fuego cruzado (Galaxia Gutenberg), se siguen alimentando relatos que “encuentran un público (…) que suele confundir la memoria con la Historia y prefiere los relatos partidistas reconfortantes antes que los análisis desacralizadores”.

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