La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Entre el 68 y los neofascistas

Violencia en las universidades de EEUU que parecen nostálgicas del 68 y fascistas desfilando con antorchas en Milán

Violencia en las universidades estadounidenses en las que los estudiantes han encontrado en la causa palestina su nuevo Vietnam, como si se sintieran huérfanos del 68. Fascistas desfilando con antorchas en Milán. Allá por 1960 el sociólogo Daniel Bell publicó El fin de las ideologías en la que analizaba con extraordinaria intuición “el agotamiento de las controversias ideológicas entre concepciones del mundo que reclamaban para sí la verdad”, desplazadas “por una política pragmática, tendente a encontrar soluciones concretas a problemas concretos” que dejaría atrás los credos totalitarios. En España lo editó Tecnos en 1964 y –curioso– lo reeditó el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales en 1992, tercer mandato de González.

Más recientemente el profesor de Teoría Política de la Autónoma Ángel Rivero preparó la edición de El final de la ideología (Alianza, 2015) reuniendo los ensayos de Daniel Bell El final de la ideología en Occidente y Retorno al final de la ideología en los que, escribe el profesor Rivero, se reflexiona sobre los fundamentos del Estado del bienestar, la validez o no de la distinción entre izquierda y derecha tras la muerte del fascismo y el comunismo en la batalla de las ideas y el futuro del radicalismo y del populismo en política.

Daniel Bell no celebraba el fin de las ideologías, lo constataba como problema y lo estudiaba: “No pretendo predecir el futuro, lo que sí puedo hacer es identificar los problemas”. En un coloquio celebrado en 1991 en la Complutense en el que Bell participó junto a Francis Fukuyama y Jean François Revel (posteriormente editado con el título ¿Ideologías sin futuro? ¿Futuro sin ideologías?, 1993) señaló el peligro del vacío ideológico, ocupado por los populismos y los nuevos nacionalismos, y el valor de las ideas y la ética para dominar las pasiones: “El problema de las pasiones es que no se contienen fácilmente y pueden derivar en un deseo de matar que llegue a enraizarse en lo más profundo de la naturaleza humana. Hoy somos testigos de las pasiones en Oriente Medio [oportuna observación traída al presente] o en otras regiones del mundo. La civilización siempre se ha planteado cómo dominar las pasiones, cómo podemos organizar la sociedad para que sus pasiones se encaucen dentro de unos límites determinados y no se desborden haciéndonos retroceder a la selva”. Convendría releer a Daniel Bell.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios