Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Papagorda

Una de las cosas más admirables es que no pase nada aun cuando se consumen grandes cantidades de alcohol

Hace dos años, si no me equivoco, empezaron a circular por las redes sociales filmaciones de sevillanos (¡y sevillanas!) que volvían tambaleándose del Real de la Feria o que manifestaban los síntomas inequívocos de una buena castaña. Esas filmaciones llegaron a crear una tendencia –“Papagorda”, la llamaron– y muchas se hicieron virales y recorrieron medio mundo. Este año, como es natural, han vuelto a circular: un chico muy trajeado camina haciendo eses sobre el albero, otro está a punto de vomitar bajo los farolillos, un camarero tiene que socorrer a otro chico altamente perjudicado… Sí, lo normal, lo que se ha visto miles de veces y se seguirá viendo miles de veces. Si alguien va a la Feria, no creo que se dedique a leer a Heidegger montando una jaca jerezana, ni que se ponga a practicar la flor de loto bajo los cacharritos por aquello de activar los vórtices energéticos de las chakras.

Una de las cosas más admirables de la Feria de Abril –y de cualquier otra Feria que se celebre en Andalucía– es que realmente no pasa nada en una concentración en la que pueden llegar a amontonarse cien mil personas que han consumido grandes cantidades de alcohol. No quiero ni imaginarme lo que sucedería si metiéramos a 100.000 rusos o escandinavos en un espacio relativamente reducido y los tuviéramos bebiendo durante siete días seguidos (quizá habría llegado la hora de la III Guerra Mundial). Y tampoco me lo imagino en Gran Bretaña ni en Estados Unidos. Pero aquí hay pocos incidentes y apenas se dan peleas callejeras ni agresiones. Se mire como se mire, es algo por lo que cual deberíamos sentirnos muy orgullosos.

Por eso resulta tan estúpida esa tendencia viral de la “papagorda”. ¿A quién le importa que un chico vuelva perjudicado a su casa desde la Feria? En realidad, las redes sociales nos han convertido en solteronas amargadas y en viudos reconcomidos. Y nos dedicamos a espiar a nuestros vecinos para pillarlos en cualquier situación inapropiada que nos permita burlarnos de ellos y ejercer nuestra apestosa superioridad moral. Y ahí estamos, señalando con el dedito amenazador y riéndonos como primates. Muy bien, pero ¿no será eso de la “papagorda” una prueba más de que el homo tiktokensis se está encaminando irreversiblemente hacia el maligno y resentido homo idioticus, nuestro siguiente eslabón evolutivo?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios