Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
Jerez, 31 de diciembre de 1946: Argudo, García-Figueras y Montenegro
MAÑANA de Pregón, de chaquetas azules y de besamanos y besapiés, muchos en ese quinto domingo de Cuaresma, que echó a la gente a las calles en busca de algo que rompiera la rutina de una existencia que, con la crisis, se hace más tediosa; tradición a la misma hora de un partido que, lo único que interesaba era saber si algo había variado en este deambular de tristes presagios.
El Racing de Santander estaba para no perder absolutamente nada si no quería hundirse aún más en los terrenos de ese toro negro que es la zona del descenso. El cántabro es de esos equipos que, un año te lo dan todo y, al siguiente, se inhibe para ofrecer lo peor de lo peor. Ahora se encuentra en esa lucha por sobrevivir y esperar vientos más favorables. Tenía que ganarle al Xerez por lo civil y lo penal.
El equipo de Carlos Ríos debía ganar por lo civil, por lo penal, por activa, por pasiva, por… y, así y todo, la cosa estará difícil. Partido, por tanto, de vida o muerte para los dos equipos que necesitaban aire para seguir malviviendo.
Pero, eso es la simple teoría que se rompe a la menor; la realidad, fue otra muy distinta. Un empate ramplón que no sirvió absolutamente para ninguno de los dos equipos y que sigue condenando a santanderinos y jerezanos a continuar esperando el milagro de los puntos. A los nuestros, el milagro se les escapa por las múltiples heridas abiertas que nada ni nadie acaban de restañar para poder seguir soñando.
Fue un partido de esos que interesan por la incertidumbre del resultado, pero que muy poco produce para que sirva de algo. Marca Rueda para el Xerez y parecía que la Esperanza de la Yedra, el Prendimiento, el Cristo, la Soledad… y todas las imágenes que estaban expuestas se habían puesto de acuerdo para echar una manita...
Pero este equipo no tiene solución ni con milagros cofradieros. Lo que hay es lo que hay y la cosa está cada día más fea.
El domingo que viene es Domingo de Ramos, comienza la Semana Santa. Es tiempo de reflexión y de penitencia. El Xerez lleva de penitencia mucho tiempo. Ahora, es tiempo más bien para analizar lo mucho malo que se ha hecho, para saber a qué atenerse en esta calle de la Amargura en la que vive sumido este club abandonado de la mano de Dios.
Por eso, me temo que la pasión se ha hecho eterna en este equipo con escasas posibilidades de que la resurrección llegue con las aleluyas de la salvación. La Segunda División B cada vez está más cerca y todo parece cuestión de tiempo, de jornadas...
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