La ciudad y los días
Carlos Colón
Ministra fan, oposición Bartolo
Alto y claro
Los viejos socialistas, que algunos quedan, sostienen que los verdaderos enemigos son los comunistas. Para corroborar este aserto nos podríamos remontar a la historia de la Segunda República en la que unos y otros se hicieron todas las perrerías posibles. Pero no hace falta. También en la Transición el PSOE de Felipe González dedicó medios y esfuerzos a convertir la fuerza hegemónica de la lucha contra la dictadura, el PCE, en un partido jibarizado que nunca pudiera disputarle el liderazgo de la izquierda y que le sirviera de muleta, en caso necesario, para asegurarse ayuntamientos o comunidades autónomas. Contó para ello, además, con la insustituible colaboración de los propios comunistas, empeñados a base de peleas fratricidas, divisiones y subdivisiones en empequeñecerse hasta la irrelevancia. Así fue hasta que la crisis financiera de 2008 cambió principios que hasta entonces habían estado sólidamente implantado: en el sistema político español se rompió el bipartidismo y en 2015 apareció Podemos, que logró en 2020 encaramarse al Gobierno de la mano de Pedro Sánchez, socialista de nuevo cuño que había olvidado las enseñanzas de sus mayores.
Pero la cabra tira al monte. La izquierda comunista, neocomunista o poscomunista -como se prefiera- tiene una predisposición inscrita en sus genes para la pelea interna. Asistimos estos días al pulso que Yolanda Díaz le está echando al que no hace tanto tiempo fuera su mentor, Pablo Iglesias. Nada nuevo bajo el sol. Una pelea en la que los egos personales tienen mucho más peso que las diferencias ideológicas, que no la hay. Al final, se arreglará algún tipo de componenda; eso sí, con las heridas a flor de piel y con cicatrices que permanecerán abiertas durante mucho tiempo. Yolanda Díaz sabe que tiene mucho que ganar. La formación Sumar es la pieza que ha elegido Pedro Sánchez para perpetuarse en la Moncloa la próxima legislatura. Y Pablo Iglesias sabe que lo tiene todo perdido. Ha intentado complicarle la vida a Sánchez lo más posible a través de sus alfiles en el Gobierno: Irene Montero e Ione Belarra. Y eso lo terminará pagando. Podemos se va a tener que integrar de una u otra forma en Sumar y aunque pelee e intente hacer todas las jugarretas posibles al final Yolanda Díaz, de la mano de Sánchez, hará que desaparezca. Si tras las elecciones de diciembre la izquierda sigue en el Gobierno, el proceso será muy rápido. Si pierden será más lento, pero el final está ya escrito.
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