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la columna

Luisa Fernanda Cuéllar Vázquez /

Picando piedra

ANTONIO Gaudí, enfermizo, retraído y con una genialidad extraordinaria nos dejó un legado invaluable. Desde pequeño amó todas las formas de vida animal y vegetal que hoy vemos reflejadas en su arte. Hombre de profunda fe, comprendió que la creación era un regalo que tenía que plasmar en sus obras. Pero antes de decidir como realizarlas, preguntaba a quien todo lo sabe: a Dios. Logra entonces que sus formas arquitectónicas y escultóricas vayan en perfecta sincronía con la luz, con el aire y con la gravedad.

El legado de Gaudí sigue dando frutos. El pasado jueves 23, la Asociación Católica de Propagandistas, encabezada en Jerez por D.ª Consuelo García Angulo, organizó en el Obispado una conferencia que tuvo como ponente a Etsuro Sotoo, un escultor japonés que trabaja en la Sagrada Familia desde hace treinta y tres años y continúa con la obra del arquitecto catalán.

Etsuro Sotoo afirmó que en un principio sus obras no transmitían nada. No se parecían a las que había realizado el genio catalán. Y buscó una explicación. Descubrió con asombro que no bastaba con mirar a Gaudí para continuar con sus creaciones. Sino que había que mirar hacia donde miraba Gaudí, es decir, hacia Dios.

Sotoo supo que su talento no bastaba. Ni su técnica. Ni sus conocimientos. Ni siquiera su experiencia. Tenía que lograr que su arte trascendiera. Que el espíritu de Gaudí se manifestara a través de la piedra. Y eso venía del ser supremo en quien creía el artífice de Reus.

Entonces Sotoo se encontró con Dios. Y en ese encuentro, se convirtió al catolicismo. Desde entonces, sus obras tienen vida propia, como la de un ángel que toca un arpa sin cuerdas, porque no las necesita, porque la música forma parte de la piedra y llega a los oídos de quienes la admiran.

Todos somos piedra, dijo Sotoo, por ello, al igual que las esculturas, hay que darnos forma. Hay que picar nuestra propia piedra preguntando a quien todo lo sabe. Hay que ver hacia arriba y hacia adentro. Entonces, solo entonces, una luz avasalladora iluminará la inspiración, guiará el cincel y logrará trascender.

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