Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
CUALESQUIER idea, abuso, arbitrariedad, tiranía o crimen que se nos ocurra serán consentidos si se hace en nombre de la izquierda. Lo que ocurre es que la izquierda es una especie ameba gigantesca que nunca se sabe -no lo sabemos los profanos- qué forma va a tomar, cuándo se va a dividir y qué dimensiones adquirirá con las evolución de las especies. La izquierda universal es ahora tan imprecisa como las sexualidades de protección oficial: España, Grecia, Cuba, Venezuela, Bolivia, Libia, Irán o Corea del Norte están entre los países supuestamente hermanados por el izquierdismo. Al Qaeda, sus discípulos y colaboradores forman el ejército mimado de los anteriores. Todos usan el saludo del puño en alto, como diciendo amenazantes: "¡No creáis que la izquierda está muerta: está más viva que nunca porque tiene más cabezas que la Hidra de la Reacción!" Así es en verdad: el espíritu reaccionario de la izquierda nunca muere.
Véase en España: los etarras y otros nacionalistas cómplices de los criminales, los cooperantes retroprogres y el socialismo gobernante español saludan puño en alto. Es de suponer que entre unos y otros haya unas diferencias. No se diferencian en su vocación totalitaria, en el viejo deseo de las minorías redentoras de imponerse a las mayorías; pero son iguales en su repugnancia por la libertad del hombre y en arruinar al país más boyante donde gobiernen. El riesgo, entre otros igualmente graves, de los países con las necesidades elementales resueltas es el socialismo, manirroto, director de las conciencias y portador de una moral obligatoria. Todavía creen en el socialismo los perplejos de las ideologías, por más ejemplos a su alcance de países arruinados o sujetos a tiranías o ambas cosas. La explicación la dan ellos mismos desde la fe: el fascismo y el capitalismo, dominantes en el mundo, impiden desarrollar el socialismo. La fe es así.
No se les dé crédito, si aún tienen alguno. Oportunidades han tenido para desarrollarse y han empobrecidos a las naciones o las han mantenido, y aún se mantienen algunas, en dictaduras sombrías y en repúblicas hereditarias. Izquierdista es hoy desde el que asesina por la espalda hasta el presidente del Congreso español o el tirano de Venezuela. No puede ser verdad. En España, la nación que tenemos más cerca donde gobierna un partido que se autoproclama socialista, obrero y de izquierdas, y que saluda puño cerrado en alto cuando llega la ocasión, hay sucesos que nos desnortan: si un barco solidario intenta llegar a Gaza, donde gobierna ilegalmente un grupo terrorista, y es rechazado por las autoridades israelíes, España enfría sus relaciones con Israel y apoya a los terroristas; pero si el mismo barco se acerca al ex Sahara Español y los solidarios reciben una paliza, España se calla y se arrodilla ante Marruecos. Hamás, el Polisario y los socialistas españoles ¿son de la misma izquierda? Nos gustaría saberlo para no andar desorientados ni hacer juicios temerarios con daño de nuestra alma.
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