Carmen Camacho

Realidades aumentadas

Cambio de sentido

Guy Debord se quedó corto: a la espectacularización de la realidad le faltaba "democratizarse"

11 de abril 2023 - 01:31

En uno de mis relatos de ciencia ficción, intitulado Uri Geller is dead, la Humanidad ha adquirido habilidades telequinésicas, pero las malgasta en chorradas: en hacer malabarismos sin manos, en mantener en suspensión el arroz que se lanza en las bodas…, en cosas así. Apenas se usa para nada de provecho. Se me viene a la cabeza esta fábula distópica cada vez que sacan en la prensa a la peña (políticos, famosos, gentes del común…) haciendo el cocacola en TikTok. Milenios de evolución cognitiva y de desarrollos tecnológicos para que yo publique un vídeo en el coche con mi prima, moviendo la boca como si cantáramos, y que eso a varios miles de desconocidos les parezca interesante. No digo que no se pueda usar la tecnología para jugar, sólo insisto en que esto de andar embebidos en el reflejo que nos devuelve el espejo negro alberga, bajo su aparente inocencia, efectos en todos los órdenes. No por casualidad, bastantes estados occidentales andan moscas y evitando que los funcionarios tengan TikTok en su móvil (y esto me lleva además a una pregunta: ¿para qué demonios usa un funcionario dicha aplicación en su teléfono de trabajo?). Hace tiempo que hemos pasado de pantalla, literalmente, y nos hallamos en un contexto novedoso, donde los valores sociales y políticos, y los derechos y libertades que cándidamente consideramos activos, están caducando.

La realidad aumentada no es -o no sólo- eso que nos vendieron como información gráfica que se superpone en tiempo real sobre elementos físicos. También llamo realidad aumentada a esta magnificación de cada cosa que sucede, en la que vivimos últimamente. Un ejemplo: "Pero, ¿qué está pasando este año?", preguntaban muchos esta Semana Santa ante el enésimo vídeo subido a las redes de una tulipa que se prende. La respuesta es que suceden las mismas cosas de siempre, sólo que ahora reverberan hasta la náusea, hasta hacernos entender que algo cualitativa o cuantitativamente distinto está pasando. Lo único nuevo es nuestra actitud de incontinencia: nada sucede si no se muestra o -visto desde el otro lado- todo sucede, y sucede mucho, si nosotros somos protagonistas o, como poco, testigos. Dicha realidad aumentada nos convierte en seres hiperbólicos, infantiloides, gazmoños, locos por ser epatados. Guy Debord se quedó corto: a la espectacularización de la realidad le faltaba este triple mortal de "democratizarse", dicho sea con todas las comillas. Y lo que nos quede.

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