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Réquiem por la independencia

No habrá referéndum en Cataluña, porque es ilegal y porque a los independentistas en realidad no les interesa

El nacionalismo de derechas catalán ha tenido tres líderes desde la Transición hasta nuestros días. El primero fue Jordi Pujol, el más práctico, que pactó con el PSOE de Felipe González y con el PP de José María Aznar, y que avanzó en el autogobierno hasta que se descubrió el pastel de los negocios turbios. El segundo fue Artur Mas, el más preparado, que pidió un concierto económico como el de los vascos, y cuando se lo negaron abrió el camino al procés independentista. Y el tercero es Carles Puigdemont, el más truhán, que fabricó la independencia artificial y después emprendió una fuga hacia adelante, en la que ya sólo le importa volver. Después de Puigdemont, el nacionalismo burgués catalán no tiene a ningún líder solvente. Y ahí les duele.

Por eso, es significativo que Artur Mas dijera claramente, en una entrevista publicada en La Vanguardia, que la independencia no tiene posibilidades de salir adelante en estos momentos. No es casualidad ni quién lo dijo, ni dónde se publicó. Ni el momento, cuando ya se ha consumado el pacto contra natura de un partido de derechas catalanista con el partido oficial de la izquierda española. A lo que Sánchez llama bloque progresista, para más cachondeo. Es sorprendente que no se le haya dado la importancia debida a lo que dijo Mas. Pues significa (ni más, ni menos) que no habrá referéndum de autodeterminación. Por dos motivos: porque es ilegal, y porque a los independentistas en realidad no les interesa. Perderían en los tribunales y en las urnas.

Además, está Europa. Este año hay elecciones, con un previsible triunfo de la derecha. En Europa se incluye España. Y en Europa es donde conceden los fondos europeos. Junts sabe que jugar a la independencia fue bonito mientras duró. Viven de los agravios, pero ya no cuela tanto ese discurso. En Cataluña ahora tienen otros problemas más graves a la vista. Entre ellos, que los inmigrantes extranjeros se integran peor que los xarnegos de otros tiempos. Por otra parte, los catalanes más independentistas ya no son los jóvenes, sino los viejos. Los jóvenes son bilingües y más cosmopolitas, y se están hartando de los cuentos tristes del abuelo Jordi.

El problema catalán se va a resolver por inercia, por aburrimiento. Pedro Sánchez lo sabe. Por eso, a cambio de la amnistía, busca un seguro de vida política. Es otra trampa. El PP perdió las elecciones del 23-J en Cataluña. Y puede volver a perder, porque no entienden lo que está pasando.

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