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CON MALA UVAla columna

Begoña García / González-Gordon

La bota de los turbiosRegalar tiempo

El ansia de las compras de la Navidad ha llegado al sector de la papelería. Estas fechas son propicias para que la gente se 'eche' a la calle, pero con un nuevo objetivo, ser repartidor de papel de regalo. Parece mentira pero ya tienen una gran clientela en la ciudad y Sus Majestades agradecerán la presencia de estos 'pajes' que hacen que el trabajo sea un poco más fácil. La fotografía es de TORO.

ME ha costado muchas, muchas navidades. No me atrevo a cantar victoria todavía, por si a última hora se me tuerce la voluntad y cojo el cagarrutero antiguo, la senda trillada, el seguío. Y vuelvo a equivocarme. Pero el día 7 de enero, quiero exclamar "lo conseguí" con gestos de triunfo.

Fueron años de encarar las navidades con el corazón encogido de pensar en lo que me esperaba. Primero adornar, después comprar, comprar, comprar. Este año, por fin, me sentí con fuerzas para dar el gran paso. Pero hacía falta sacudirse el polvo de las sandalias, plantarle cara a la nostalgia, relativizar. Caramba, cuánto lastre para dar sólo un pasito.

Empecé por no sacar las cajas de los adornos y poner solamente un belén minimalista (que me ha dado más alegría que toda la parafernalia de otros años, que siempre me dejaba insatisfecha). Luego trastocar la carta de los reyes, transformarla. Buscar la ilusión en algo que no costara. Tanto trabajo, tanto dinero, tanto tiempo. Sobre todo, tanto tiempo.

Me asaltaron me las dudas. ¿Será flojera? ¿Estaré privando a mi familia de algo importante? Y de pronto recibo la felicitación de mi hermano -una carta larga-, donde dice: "Se me ocurre que quizá sea un buen momento para regalar tiempo. Regalarnos tiempo a nosotros mismos, para poder mirar hacia dentro y preguntarnos a dónde vamos, en esta carrera enloquecida de acumular más. Y regalar tiempo a todos aquellos para los que nunca tenemos tiempo". Claro, eso era. Ahí estaba la fórmula que yo necesitaba. Consistía sencillamente en asociar regalo y tiempo.

Así que, lo que la mañana de reyes aparecerá en el salón de mi casa, será -flotando- mi tiempo. El tiempo que le robé a los grandes almacenes y las bullas. Con el que recuperé el sosiego, la disponibilidad y la alegría. Que he ido regalando aquí y allá durante las navidades.

No sé si los demás lo habrán notado. Pero yo me he quedado nueva.

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