Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

La bufanda

Cuando no existía el merchandising

Cuánto he disfrutado las navidades antaño y cuan empinada se me hacen ahora estas fechas. Lo peor es que soy consciente de que solo estoy recorriendo las faldas de una altísima montaña. Las pérdidas hacen más angosto el camino.

En estos días de reuniones y reencuentros con familiares y amigos, tuvimos un almuerzo en casa. El hijo de uno de mis amigos, a sus siete añitos, llegó orgulloso, feliz y contento portando una bufanda del Xerez CD al cuello. Además me decía él "mira Santi, firmada por los jugadores" muy orgulloso. Nos reímos un rato y seguimos disfrutando del encuentro.

Curiosamente, la imagen de ese niño con su primorosa bufanda, escudos del Xerez CD en cada extremo y el color azul predominante se me quedó grabado en la mente. Pero quizás lo que más me llamó la atención es la felicidad del portador. Dicho pensamiento me ha transportado por un momento a mi infancia y he rebuscado en el baúl de mis recuerdos aquella primera bufanda que tuve de mi Xerez.

El recuerdo por momentos llega a ser muy vívido. La edad que tenía en aquel momento estaría rondando años más o menos la del hijo de mi amigo. En aquellas fechas, cuando las navidades eran lo mejor del año, le pedí a mi madre una bufanda con los colores del Xerez. En un equipo de Tercera y en una zona calurosa como la nuestra no se estilaban bufandas en la grada y mucho menos existía el concepto de merchandising de hoy en día. Pero yo veía con mi padre los partidos que retrasmitían en la tele, en blanco y negro, sobre todo los de competiciones europeas, y me quedaba prendado de las aficiones inglesas y sobre todo de sus bufandas.

Mi madre, nacida en aquella época en la que los niños eran adultos casi desde que nacían, no estaba acostumbrada a perder el tiempo. Ni en los ratitos supuestamente de ocio dejaba de hacer algo productivo. Si estaba con sus hermanas un sábado por la tarde mientras estaban de cháchara, hacían rebequitas de punto o crochet y cosas por el estilo. Si íbamos al campo tenía que recoger dependiendo de la fecha bien espárragos, tagarninas o caracoles. Así que recuerdo que mi madre me dijo que no tenía sentido hacer una bufanda para llevarla dos días al Domecq.

Yo me quedé bastante triste, pero al rato se me pasó y seguí con las cosas de los niños. Pero al cabo de unas semanas, cuando llegaba del colegio y me disponía a merendar en casa, mi madre me dijo algo así "Santi está haciendo mucho frío estos días y no quiero que vayas tan desabrigado al colegio" y acto seguido sacó de una bolsa una bufanda de lana, con rayas azules y blancas mientras añadía "te pones esto para que no te resfríes".

Todavía recuerdo cuanta alegría me invadió en aquel momento, recuerdo que me pasé toda la tarde en casa con el pijama puesto y, por supuesto, mi bufanda azul y blanca al cuello, incluso me acosté con ella. Claro, que la llevaba al colegio y allí presumía delante de mis amigos, aunque no tenía escudo alguno todos sabían que era una bufanda del Xerez porque era mía y yo era del Xerez. Lógica aplastante y definitiva entre los niños. Pero el recuerdo más entrañable que tengo de aquella bufanda era cuando iba con mi padre a ver a mi Xerez en aquel viejo estadio y desde el fondo la mostraba al mundo cuando el equipo salía al campo.

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