Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

la columna

José Rodríguez Carrión /

¡Son capaces!

¡TRANNNGG, trannnggg... Tra, tra, trannnggg… Ole, arsssa, que toma...! Me decía mi amigo que menuda juerga se deben estar corriendo en el cielo! Es una de las ventajas que tiene ser Dios, que se puede elegir a los componentes del grupo y montarse el mejor de los saraos. Imagínate a Parrilla y Moraíto al toque, Paquera y Terremoto al cante y La Lola al baile. Lo único malo para disfrutar del espectáculo es el precio… así que le he dicho a mi amigo, que me esperen un poco más y me conformaré con todos los genios que gracias a Dios todavía quedan en la Plazuela, Santiago y todos los barrios de Jerez. Porque si algo caracteriza ese grupo que me señalaba mi amigo, es que todos eran Jerez y desde luego cada uno de ellos ha paseado el nombre de nuestra ciudad por el mundo entero. ¡Cuántas veces me he encontrado a Moraíto en aeropuertos volviendo a casa y comentando que la gente se cree que eso de viajar es un gustazo! Ahora ha emprendido el gran viaje, quizás llamado por eso de que es la Jornada Mundial de la Juventud, y ha querido ir a celebrarla con El Prendi. Allá donde esté, Jerez siempre tendrá un recuerdo para él, pues si bien todos iguales, sin duda él ha contribuido a que el nombre de Jerez sea más conocido, y lo que es más importante, para bien. ¡Gracias Moraíto, y enséñale a Dios como se tocan las bulerías por blues!

Distintas son las noticias que emanan de la ciudad estos días, que en absoluto son para bien. Huelgas, gente que no cobra el trabajo realizado, cortes de tráfico por doquier, un mercado de abastos que se hunde… en fin, que ojalá pase pronto el verano, se vayan arreglando las cosas y Jerez retome el sosiego, la limpieza y la calma que la hacía un lugar privilegiado para vivir. Por sus gentes no quedará, que ahí tenemos el ejemplo de los comerciantes de la Plaza que pese a todo siguen adelante demostrando que esta ciudad sigue viva, muy viva. Ahora es el turno del gobierno municipal. Sabían, más o menos, en el charco que se metían, así que ahora toca demostrar algo sencillo, que les mereció el voto: que... ¡Son capaces!

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