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Tribuna Libre

Enrique V. de Mora Quirós

Cayetana y la derecha claudicante

La “ejecución” política de Cayetana Álvarez de Toledo de manos de Pablo Casado y sus huestes, pone de manifiesto muchas cuestiones, que aquí no vamos a relatar exhaustivamente.

Pero no está de mas mencionar algunas a vuela pluma: una, que la vieja Ley de Hierro de la Oligarquía, formulada tiempo ha por el sociólogo Michels, se cumple de nuevo inexorablemente; otra, que Casado vuelve a sucumbir al síndrome 'Maricomplejines', y se deja llevar por caminos que no trajeron buenas nuevas para el partido; otras, quizá de más calado y análisis, aunque no sea el lugar para analizarlas.

Pero de todos modos, mencionemos una relacionada con lo dicho anteriormente: la eterna obsesión de la derecha que representa el PP y sus líderes por no ser de derechas, algo así como la cuadratura del círculo, una obsesión casi enfermiza y acentuada o matizada en determinadas épocas, que lo ha llevado a probar las mas variopintas autodescripciones: liberal-conservador, centro derecha, centro-reformista… y así sucesivamente según los tiempos demandaran y lo que algunos barones o consejeros mandasen. Y aunque no parezca tener relación, esto nos lleva a uno de los que nos ha contado Cayetana acerca de las disconformidades con su Jefe: El líder del PP no considera importante dar la batalla cultural frente a la izquierda.

A estas alturas, no nos vamos a extrañar de esa actitud de Casado, representativa del espíritu de su partido. En realidad, es algo que le lleva sucediendo a la derecha española desde hace mucho tiempo, al menos hasta que Vox le hizo ponerse las pilas, unas pilas que ahora desconecta: su eterno y asumido complejo de inferioridad y claudicación de su pensamiento frente a los postulados de la izquierda.

El PP siempre ha buscado ponerse de lado para que no le llueva, y escurrir el bulto frente a la hegemonía consentida de la izquierda desde hace lustros: a la derecha representada por los populares les encanta adular y congratularse con la cultureta de izquierdas cuando los de Pablo Casado han estado en el poder, buscando una especie de perdón redentor de no se sabe qué, y mientras mas lo hacen mas palos reciben de los progres cuando llega el momento.

Tal actitud, que roza el masoquismo, no es entendible pero sí explicable para quien contempla las cuestiones desde una óptica mas general y distanciada de la inmediatez de las estrategias políticas de duración mínima, y las combina con la vida cotidiana de los populares. Dicho de otro modo y sin pretensión de exhaustividad: la izquierda que nace de la Revolución Francesa y el Jacobinismo político, con sus variantes y evoluciones de socialismo marxista, comunismo y socialdemocracia, siempre ha estado orgullosa de ser quien es y de venir de donde viene.

En cambio, el pensamiento conservador que reacciona históricamente frente a los excesos de la Revolución y se extiende desde Burke o Chateaubriand a nuestros días, en un largo rosario de nombres e intelectuales, hispanos o no (De Maistre, Bonald, Donoso, Balmes, Menéndez Pelayo, Maeztu, Fernandez de la Mora) y que es, se quiera o no, el antecedente y el humus intelectual e ideológico de todo partido conservador (lo que el PP no quiere ser) español, con sus necesarias adaptaciones y evoluciones, es rechazado tozudamente por los populares, que no solo no se consideran herederos de todo ese venero histórico, sino que además lo silencian o cuando menos lo desprecian.

Habría que pensar entonces que los populares vienen de la nada, y a lo mejor es verdad, visto lo visto. Ese complejo de huida hacia ninguna parte, en clara contradicción con una inmensa mayoría de su electorado conservador y de derechas, trae sus peligros.

Basta que, como ha sucedido, el hartazgo de muchos haga nacer una alternativa al PP lo suficientemente atractiva para concitar votos y apoyo, y moverle los cimientos a los liderazgos de los de Génova. Mientras tanto, la derecha vergonzante y avergonzada de sus raíces ideológicas, busca afanosamente ese ficticio y pantanoso lugar político llamado el centro, en busca de votos, escaños y poder. ¿Las ideas? Bueno, eso queda para otros, para gente como Cayetana, gente que piensa, sabe, lee, está formada y sabe de lo que habla.

Es triste que gente como ella no tenga cabida en los partidos, y es triste que la derecha entregue el campo de la refriega dura y a veces salida de tono a la izquierda, que parece tener patente de corso para decir lo que quiera y en el tono que quiera. Todo se le perdona a los intocable herederos de la Revolución. Nada a sus protervos opresores. Y así seguimos escribiendo la historia. Basta que alguien escale la trinchera y plante cara para que surjan los escandalizados. Entonces la suerte del luchador está echada. Lo acabamos de presenciar. 

 

 

 

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