Le dedico hoy esta columna al obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez. No sé si una columna esperada por muchos. Quizá un artículo en el que el personal puede suponer un tormento de letras bien direccionadas. De antemano he de decir que se equivocan. Con independencia de que las personas podamos caernos mejor o peor, esta columna dedicada a don José no va de eso. La familia nos viene de fábrica o reata y no la podemos elegir. Sin embargo, los amigos, los escogemos a nuestro propio criterio. Y todas estas razones son válidas porque, como decía tres frases antes, no todos tenemos que caernos bien.

A don José Mazuelos porque creo que es justo reconocer que su proceder en este lamentable capítulo que hemos vivido ha sido irreprochable. De chapó, que diría un castizo. Son momentos muy duros para el pastor. También para todos los que creemos y amamos a la Iglesia. Y la Diócesis ha mostrado una dimensión de Iglesia actualizada y total comunión con Roma. Así que desde esta columna, a don José, en estas amargas horas que le ha tocado vivir, le podemos enviar un mensaje de elegancia y bien hacer por si le sirve de consuelo, que no lo creo porque el sufrimiento que debe sentir es mucho más grande que el alivio.

A don José ya lo colocaron muchos en Huelva desde hace meses. He de confesar que hubo alguno que me dijo que había visto hasta la mudanza. Pero ya se sabe que el mundo está lleno de bulos.

Ahora lo envían a Canarias. Se dice y se comenta incluso que ya hay obispo nuevo para la Diócesis. Nos podría venir desde Getafe. Un granadino llamado José Rico Pavés. Si es de Dios, que así sea. Yo ni quito ni pongo obispo desde esta columna. Válgame Dios. Lo dejo caer porque la música suena demasiado fuerte. Y si es así, al menos don José, sepa usted que en estos momentos que con seguridad están siendo los más duros, su actuación ha sido intachable. Espero que le alivie en su dolor.