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El balcón

Ignacio / Martínez

La mala sombra de los recortes

TODOS los consejeros de Salud de la Junta de los que tengo memoria han rechazado siempre de plano, como si fuese una cuestión de honor, que ellos hayan hecho recortes presupuestarios en su Departamento. En este asunto nos perdemos por detalles: aparece, en el caso de Educación, una señora tan formal como Adelaida de la Calle diciendo solemnemente que no ha habido recortes en su Consejería y hasta entra la duda. Pero no. Con esto pasa como con las meigas, podemos no creer en los recortes, pero existir existen. El número 147 de Papeles de Economía (2016) da la medida precisa: en el caso de Salud en Andalucía los recortes han sido de un 15% de 2009 a 2015 en la región española con menor gasto por habitante.

En Málaga ha habido este verano quejas de los pacientes en alguna especialidad del Hospital Carlos Haya, porque no se hicieron sustituciones. Habría que añadir que ni allí ni en la generalidad de los servicios de la autonomía. No es costumbre. Hay un ejemplo paradigmático: nuestros gobernantes pregonan la igualdad como un principio sagrado, pero rara vez se sustituye a una embarazada cuando se toma la baja de 16 semanas tras el parto. Un acontecimiento feliz, vital para un país con baja natalidad, se convierte en un castigo para sus compañeros.

Se habla mucho de las listas de espera, pero poco de que se empieza a notar en la atención al público. En todos los colectivos hay personas con más empatía que otras, pero los usuarios del servicio andaluz de salud deben ser ahora doblemente pacientes: además de necesitar asistencia médica, tener paciencia con profesionales desmotivados. Claro que hay ejemplos de lo contrario. Pero estamos ante un colectivo que está de mal humor y con sistemas de retribución que no premian a los más cumplidores ni sancionan a los negligentes: todos cobran lo mismo. Es una perversa combinación.

Este verano, a un amigo mío lo trató con muy malas pulgas el sustituto de su médico de cabecera en un centro de salud de Málaga. Le ocurrió a él y a todos los que iba viendo aquel hombre en la consulta, a lo mejor incapaz de un trato más humano o quizá enfadado por doblar turno y cubrir por este método las vacaciones del compañero.

El gasto por habitante ya aumentó algo de 2014 a 2015. Reconocer que hay recortes y establecer sistemas de retribución que premien a los mejores y más dedicados profesionales serían dos buenas maneras de empezar a encarar este problema, sin que sufra el honor de ningún consejero o consejera.

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