la columna

Bernardo Palomo /

El muchachito está triste

Casi la mitad de los habitantes de este país tienen muchísimos problemas económicos. Este año, muchos de los niños españoles lo van a tener difícil para comprar el material escolar porque sus padres no tienen el dinero suficiente para hacerlo. A muchísimas personas les cuesta sangre, sudor y muchas lágrimas poder pagar los recibos; la espada de Damocles del banco está permanentemente encima de muchas personas dispuesta a caer sobre ellas y quitarles impunemente su casa por no poder satisfacer las cuotas de las hipotecas. Además de los problemas económicos, muchísimos están con el alma en vilo porque ese fantasma asqueroso de los ERES le puede tocar a ellos, si no han sido ya afectados por esta maldita peste del siglo XXI y pueden quedarse en la calle sin nada que llevar a sus casas para medianamente ir tirando. Casi todos asumen esta crudísima realidad con entereza, luchando en los frentes que pueden por manifestar sus desesperanzas, pero afrontando la realidad con una encomiable dignidad. Pero no todos los humanos somos iguales. Hay un muchachito portugués que está muy triste. ¡El pobre está triste! No está de acuerdo con su salario y eso le hace languidecer. El pobre muchachito portugués tiene hasta un hijo adoptado y eso le puede producir dolores de cabeza. El pelargón - aquellos polvos sustitutos de la leche materna que decían que engordaba la cabeza - está cada vez más caro y necesita ver aumentadas sus ganancias. El pobre muchachito portugués no tiene bastante con sus muchos millones anuales por la ficha de su trabajo, por los derechos de imagen, por la publicidad, por las camisetas que se venden con su nombre, por las primas por títulos conseguidos, por… Es una penita verlo sin sonreir. Está tan triste que casi no mira a los jugadores contrarios. La realidad es dura con él y si el muchachito portugués está triste eso afecta poderosamente a este país. Ya nos da igual la prima de don Rajoy, la hermana de doña Merkel y la tía de don Montoro. El problema es la tristeza de este pobre muchachito portugués. ¡Ahora sí que nos damos cuenta de lo mala que está la cosa!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios