Tacho Rufino

¡A la playa!, ¡a la playa!

Gafas de cerca

En este verano volveremos a comer camarones del mismo cartucho. Ya vacunados, la cosa varía

27 de abril 2021 - 01:36

El vídeo, rápidamente viral, grabado con el móvil de un comensal debe de ser del sábado pasado. En él, el presidente de la Junta ingresa en el patio de un restaurante, que por lo que voy a relatar no puede ser de Almería, Málaga, Granada, Cádiz ni Huelva, ya que son provincias con litoral. Camino de su mesa, entre esa naturalidad de recreo de colegio algo intensa e invasiva con que la que aquí la gente de a pie se dirige a personalidades públicas cuando estas están en sus ratos privados, Moreno saluda y requetesaluda a personas que desconoce y le inquiere sin grandes respetos, aunque sus gestos son de cordialidad y familiaridad: el oficio. El comedor estalla en un cántico: "¡A la playa!, ¡a la playa!", con un cachondeo evidente, no contra el político, sino con lo dicho: ganas de reírse. Tiene gracia pensar si una escena así se produjera, por ejemplo, en Alemania si aparece Merkel -o el de turno- con su marido y unos amigos en un comedor. Por otra parte, este tipo de numeritos -toda gente mayorcita y con pinta de llegar a fin de mes de lo más bien: también lo aplauden- acaban por confinar a los políticos a sus lugares blindados, perdiendo así un contacto con la gente que sin duda ayuda a no autosecuestrarse y vivir en una cómoda burbuja habitada por pretorianos, aduladores y rivales de partido. No les pediría que vayan a pata, en bici o metro al trabajo. Menudo sinvivir con tanto espontáneo. Y qué harían los pobres chóferes.

Es la narrada una forma espontánea y no carente de cierta gracia colegial de solicitar la desperimetración -las cosas que acaba diciendo uno-, bien puede que a sabiendas de que se nos devolverá en breve la posibilidad de moverse entre provincias, a una vivienda de verano, un hotel o apartamento alquilado o un ida y vuelta de domingueros pertrechados como una compañía de zapadores. Aún estamos en el estado de alarma decretado por el Gobierno de la nación, que ha hecho de paraguas normativo para que las autonomías y ayuntamientos tuvieran palanca para gestionar más cercanamente a sus curvas de contagio, las prohibiciones o las relajaciones de toques de queda, horarios y normas en bares y lugares públicos y movimientos de personas fuera de su lugar de residencia. Muchos en los pueblos de sierra y mar esperan la llegada de los forasteros los viernes, este viernes. Parece atisbarse un gálibo temblón al final del túnel. Es perentorio abrir fronteras y liberar de ataduras a la actividad comercial cuanto antes. En este verano volveremos a comer camarones del mismo cartucho. Ya vacunados, la cosa varía. ¡Abran compuertas!

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