Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Est'án la mar de preocupados. La maldita pandemia, durante estas semanas de recogimiento contemplativo, ha puesto a cavilar a mucha gente que hasta ahora se solía entretener sin que la cabeza le echara humo. Como fruto de estas cavilaciones insospechadas, alrededor de doscientos personajes de fama mundial han decidido publicar un manifiesto. Entre todos han llegado a la conclusión de que este planeta se nos está yendo de las manos, que a los humanos no se nos puede dejar solos ni un minuto más y que cuando pase toda esta tormenta del coronavirus habrá que cambiar nuestra manera de vivir, tan irresponsable y consumista, pues así vamos directamente al precipicio. Me llamó la atención que, con la que está cayendo, doscientas personas se pudieran poner de acuerdo en algo sin que nadie las estuviera apuntando con un rifle. Cuando aún estaba haciendo mis cálculos sobre qué importantes filósofos serían esos que levantan su voz contra los vicios de una sociedad materialista; mientras intentaba adivinar qué alianza de científicos y anacoretas tibetanos se habría creado para denunciar los estragos del consumo a lo loco, casi se me desencaja la mandíbula de la risa al comprobar que el manifiesto lo firmaban Madonna, Robert de Niro, Penélope Cruz o Makelele (sí, el que jugó, entre otras organizaciones humanitarias, en el Real Madrid y en el Chelsea.) Y que conste que me dio la risa, no porque estas celebridades no tengan derecho a firmar, entre autógrafo y autógrafo, los manifiestos que les dé la gana, sino por tratarse de un ataque precisamente contra el consumismo, sobre todo cuando ninguno de ellos vive de sembrar su propio huerto, sino que unos se ganan el sueldo vendiendo camisetas de su última gira, otros haciendo de gangsters en las películas, o rodando anuncios, lo mismo de perfumes que de sostenes, pero casi nunca de artículos de primera necesidad como podrían ser los detergentes para lavadoras. Bien es verdad que el concepto de primera necesidad es tan relativo que las latas de berberechos (que yo sí que incluiría en esa categoría) quizás no se lo parezcan a Ricardo Darín, quien de profesión es actor argentino, y que considera que la crisis del coronavirus nos ha enseñado el valor de vivir sin esas cosas superfluas. Vaya disgusto se va a llevar cuando sepa que sus películas son tan superfluas que la humanidad ha sobrevivido miles de años sin ir al cine a verlas.Está comprobado que, cuando se alcanza el nivel de ricachón, ya puede uno permitirse el lujo de descargar la conciencia donando los remordimientos a esos desgraciados que ni consideran la idea de cambiar de descapotable. A nadie que coleccione cuadros de Renoir le van a censurar por consumismo, puesto que el consumismo es cosa de pobres. Así que, si Madonna se mete a moralista y nos riñe por gastar en pamplinas, habrá que hacerle caso. Y si nos riñe el director de Playboy, también, aunque lo haga porque es domingo y a lo mejor no hemos ido todavía a misa.

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