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Tribuna cofrade

Ignacio García Pomar

No sé si seré capaz…

Pasos de misterio y de palio de la Sagrada Cena.

Pasos de misterio y de palio de la Sagrada Cena. / Miguel Ángel González (Jerez de la Frontera)

Me contaba un antiguo compañero de trabajo una historia que le había ocurrido tiempo atrás y que ciertamente me llamó mucho la atención.

Este hombre, hijo de uno de los fundadores de la hermandad del Dulce Nombre de Sevilla (Vulgo “La Bofetá”) trabajaba, como yo, en el extinto Banco Central Hispano. (Este dato es relevante ya que fue un grupo de empleados del Banco capitaneados por algún “prófugo”de otra hermandad los que crearon en San Lorenzo la mencionada cofradía y el padre de mi colega fue uno de ellos.).

Pues bien, Martín, que así se llamaba mi amigo y compañero, por los avatares de su puesto de trabajo, estando destinado en un pueblo de la sierra de Huelva, no pudo desplazarse aquel año a su Sevilla natal, quedando confinado en aquel encave serrano, lógicamente entristecido por no poder hacer su estación de penitencia como lo había hecho toda su vida.

Así, pasó todo el Martes Santo dándole vueltas a la cabeza, pensando en los años anteriores, recordando lo que había hecho hora a hora en la tradición familiar en la que siempre se había desenvuelto. De esta manera, con más pena que otra cosa, pero intentando evadirse discurrió el día, con momentos muy críticos como ya os podéis imaginar (La comida familiar, la hora de ponerse la túnica con sus hermanos, el recorrido hacia la Iglesia, el rezo de las preces nada más llegar ante los titulares en sus pasos y finalmente el comienzo de la salida procesional).

Más mal que bien pasó la jornada, eso sí, con la ilusión de ver la recogía de la hermandad, que ese año era retransmitida por canal sur. En el salón de su casa tomaron una cena frugal sin apenas ganas, pero con la ilusión de ver al Señor andando largo y valiente rodeado de los nazarenos blancos camino de la plaza de San Lorenzo discurriendo por la calle Jesús del Gran Poder.

Puso la tele y junto a su esposa vieron las imágenes. Pero algo no funcionó como esperaba, Me decía, ”esperaba que al ver mi cofradía en la tele me tranquilizase dentro de la pena que tenía dentro, pero lo que no me esperaba es que al comenzar la retransmisión es que me sintiera raro, extraordinariamente raro. Pensaba, ¿Qué hago yo aquí, a doscientos kilómetros de mi tierra, sentado en una mesa camilla viendo lo que siempre hice y debería estar haciendo?”

Este año, sabiendo ya que no podremos realizar la estación de penitencia, indefectiblemente, armado con el mando a distancia me situaré frente al televisor intentando enterrar la melancolía en recuerdos enlatados por obra y gracia de nuestras televisiones locales.

No me cabe la menor duda que el desorden sicológico que me invadirá buscará solución en las imágenes que nos ofrezcan.

Pero ahora lo pienso fríamente y basándome en el recuerdo de Martín, la situación me resulta cada día más rara, más alucínate y estrambótica, y creo sinceramente que no seré capaz de aguantar por mucho tiempo la visión de lo inexistente, de lo que se nos ofrece como consuelo pero que no es más que un holograma para la memoria.

Preferiré que el reloj camine esas noches con el tiempo blando y delirante tal como lo concibió Dalí.

Debería haber salido de San Marcos a las siete de la tarde.

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