Javier González- Cotta

Yo, turista accidental

Viva Franco (Battiato)

07 de agosto 2025 - 03:05

Oiga, dígame, ¿y usted qué tipo de turista es? Hay tantos tipos de turistas como maneras de presumir de callo solar. Toca agosto: viajar por condena. No existe ya la cultura del viaje sino la industria del destino (robo la frase a Eduardo Barba en la prensa amiga). Usted ya no viaja, sino que visita. Usted ya no se deja llevar, sino que exige la experiencia. Usted ya no desea descubrir, sino confirmar la expectativa. Usted ya no contempla, sino que verifica: Petra, la joya jordana, es eso que está ahí como uno había previsto que estuviera.

Es verdad lo que dice Barba: escapamos sin conocer el sentido de la escapada (el escapismo lo dejamos para Houdini). Malos tiempos para añorar el patrimonio perdido y apenas recordado ya. El aprendizaje. La curiosidad. La levedad del tránsito. La meta indefinida. Recorremos aeropuertos de tipo hub. Las estaciones de tren son jaulas de nervios y malestar. Y lo peor es que aquí está uno en plan estival, soltando la filípica de turno, como todos los veranos, sobre la ética del infinito viajar y la conversión industrial del destino.

De modo que, lo queramos o no, a todos nos corresponde una tipología de turista. No hagamos el ridículo creyéndonos puros y distintos del resto de la piara de agosto. Hace ya mucho tiempo que el verano dejó de oler a higuera, salitre, genista y agua de pozo. La mar océana dejó de ser el infinito azul mucho antes de la invasión de los cruceros elefantiásicos y los microplásticos. Habrá que consolarse con que los griegos no sabían distinguir el azul del mar: en La Iliada y en La odisea Homero habla del color tinto del mar.

Pero a lo que voy. ¿Cuál es el tipo de turista que nos toca hoy? Leo que en Palma de Mallorca, entre pintadas y turismofobia, hablan del turista diésel (aquel que mira mucho en las tiendas pero no compra nada). En Santiago de Compostela se impone ahora el híbrido: el turigrino (aleación entre el turista ramplón y el peregrino devaluado). Según el informe Future Traveller Tribes 2030 (lo han realizado The Future Foundation y la consultora Amadeus), el turismo se amoldará a ciertos fenotipos. De ahí el turista ético o centinela verde (desea saber, por ejemplo, qué emisiones contaminantes provocará su viaje). Su total opuesto es el viajero comodón (sólo exige diligencia práctica y digitalizada en la gestión del destino). Otro modelo es el del turista cultural puro (busca converger culturalmente con el entorno evitando lugares desagradablemente saturados). Triunfará sin duda el turista en red o narciso hiperconectado (planifica el destino por redes sociales y lo comparte todo fanáticamente). Ajenos al apocalipsis de la desigualdad, habrá más y más turistas del lujo extremo (ahora usan drones desde el smartphone para captar imágenes aéreas sobre los lugares que visitan).

Un horror todo, ¿no? No desespere usted si no se halla entre fenotipos. Siempre nos quedará la versión de Anne Tyler en El turista accidental de Lawrence Kasdan, con música de John Williams y el careto insondablemente frío de William Hurt.

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