Las lluvias registradas estos días han puesto en evidencia falta de capacidad de la red de saneamiento a nivel urbano y unas grandes carencias de infraestructuras a nivel rural. En este último caso se han puesto en cuestión además algunas decisiones de los responsables de los embalses, competencia hoy de la Junta de Andalucía, pues tras las lluvias se ha desembalsado agua al mismo tiempo y eso ha provocado que el nivel del río Guadalete haya crecido hasta límites peligrosos. Bien es cierto que el origen de muchos de los problemas se remonta a la construcción de núcleos de población, instalaciones agrarias y plantaciones en terrenos que son, por definición, inundables. El cauce del río ha de ser respetado por todos y en ocasiones la mano del hombre no tiene en cuenta su paso.

Sin embargo, hay cuestiones que no se pueden entender, como por ejemplo la falta de limpieza del cauce del Guadalete a su paso por el término municipal de Jerez, donde en algunos puntos ha llegado a ser transitable a pie de orilla a orilla incluso en estos días de intensas lluvias y desembalses.

O, como han denunciado organizaciones como Asaja, el hecho de que desde la Junta se siga trabajando con protocolos de desembalse anteriores a la construcción del embalse de Guadalcacín II, lo que explicaría que no se haya desembalsado agua desde el pantano de Bornos hasta que el nivel alcanzó el 80%, justo cuando arreciaban las lluvias. Una revisión de esos protocolos podría evitar la inyección de más caudal al río en determinados momentos, con el riesgo que eso supone para muchas zonas rurales. Y si además se hiciesen las obras necesarias para que se pueda trasvasar agua desde Bornos a Guadalcacín, se aportaría a este pantano y no se tiraría al río.

Tras las inundaciones en el centro de la ciudad, gobierno local y empresa concesionaria del saneamiento acordaron hacer estudios en el subsuelo para tratar de encontrar las causas y buscar soluciones a tantas incidencias. El resto de administraciones debería hacer ahora lo mismo en la zona rural.