55 Fiesta de la Bulería

Antonio, pasado, presente y futuro

Antonio El Pipa y Vicente Soto.

Antonio El Pipa y Vicente Soto. / Miguel Ángel González

Cuando uno se adentra en la historia de la Fiesta de la Bulería, un evento con más de medio siglo de historia, comprueba que la actual no tiene nada que ver con aquello, y se aleja de los cánones para los que fue creada. Sin querer entrar a debatir qué está bien o qué está mal, o si la Alameda Vieja es el escenario idóneo o no lo es, lo que sí tengo claro es que este enfoque carece de espíritu, de esencia y a lo que asistimos hoy día es un mini Festival de Jerez, muy correcto y exquisito pero que carece de la magia y la anarquía de antaño.

Fue esto quizás lo que le faltó el pasado sábado a Antonio ‘El Pipa’, encargado de cerrar la 55 edición,dedicada al barrio de Santiago. Faltó nada menos que eso, la imperfección, la libertad del artista, ser menos previsible, detalles que la mayoría de veces despiertan a la emoción. Porque como dice Rancapino, ‘el flamenco se escribe con faltas de ortografía’ y a veces, tanta corrección, mata.

Opiniones aparte, el día grande de esta cita flamenca sirvió una vez más para comprobar el idilio existente entre el público de Jerez y el bailaor jerezano, un público que en sus más de treinta años de carrera siempre la ha respaldado.

Con algo menos de 1.200 personas, una cifra superior a la del pasado año aunque muy lejos de aquellas seis, siete u ocho mil personas que se congregaban décadas atrás en la plaza de toros, ‘El Pipa’ presentó ‘Bulería 55-25’, en la que celebraba su vuelta a esta Fiesta, pues hacía 14 años que no estaba en la programación, y también, como ya hizo hace unos meses en el Teatro Villamarta, sus 25 años con su compañía.

Por esta razón, para su espectáculo el jerezano recurrió, en gran parte, a la estructura exhibida en el teatro hace unos meses, a la que le añadió ingredientes de garantía como pueden ser Vicente Soto, Luis ‘El Zambo’, Remedios Amaya, Juana del Pipa, María del Mar Moreno y Pelé de los Reyes.

Durante más de dos horas, con descanso incluido, Antonio engatusó al público con un montaje donde sus músicos brillaron sobremanera, desde las guitarras de Juan José Alba, Javier Ibáñez y Daniel Ramírez hasta la percusión de Ané Carrasco, el violín de Samuel Cortés, el contrabajo de María Lomas de Goñi y por supuesto las voces de May Fernández y Reyes Martín.

Fiel a su estilo y a su forma de concebir sus creaciones, el nieto de Tía Juana la del Pipa cuidó especialmente el vestuario, la música e incluso aprovechó la ocasión para presentar en sociedad el baile de su hijo Antonio Ríos, un joven valor que aún tiene mucho camino por recorrer.

Su elegancia encima del escenario es innegable igual que su braceo y su manera de disfrutar cuado se calza los botines, virtudes que sabe explotar con la misma fuerza que cuando empezaba. Sin embargo, como ya le ha pasado en alguna ocasión en Villamarta, a veces divaga excesivamente y se olvida de rematar el baile como sabe.

A nivel individual dejó destellos en las alegrías (que hizo con mantón floreado) con el cante de Vicente Soto ‘Sordera’, y por supuesto, por soleá, con una Juana del Pipa excelente en todo lo que hizo.

Gustó también el paso a dos junto a María del Mar Moreno, una estampa que nos devolvió por momentos a finales de los 80, principios de los 90, cuando ambos irrumpían con fuerza en el panorama flamenco de Jerez. Sin duda, una bonita escena, cargada por un lado de emotividad, nostalgia y por otra de realidades, pues los dos se han convertido en auténticos referentes del baile de esta ciudad.

Fue el final de una primera parte, algo desestructurada y que durante muchos minutos languideció, sumiendo al público en el aburrimiento, un pecado mortal hoy en día. Así, las bulerías con las que abrió el montaje y donde Vicente, Luis y Juana del Pipa rescataron por momentos (algo a agradecer) las letras de Jerez, se hicieron eternas, igual que otros lances de la propuesta, sin dinamismo en muchos minutos.

En el cante, habría que destacar el aplomo de Vicente Soto ‘Sordera’, que estuvo acompañado a la perfección por Vicente Santiago, por tiengos-tangos, demostrando su amplio conocimieto, pero sobre todo con los cantes de fragua, acordándose de Paco la Melé; Luis ‘El Zambo’ nos regaló, junto a Juana la del Pipa, una tanda de bulerías pa escuchá, con ese sello tan personal, y culminó su paso por la escena con tres fandangos (bien escoltado por la guitarra de Javier Ibáñez), en los que recordó a Chocolate y al Gloria.

La nota original la puso Pelé de los Reyes, el contrapunto del barrio de Santiago. Si por algo se ha caracterizado este enclave en las últimas décadas es por la versatilidad de sus artistas, que han explorado otros territorios e influencias. Uno de ellos es Pelé de Navajita Plateá, cuya personalidad quedó patente en un número con el que Antonio El Pipa quiso, de esta forma, reivindicar, acertadamente, la otra cara de Santiago.

No debemos olvidarnos de Remedios Amaya, con impronta camaronera opr bulerías y por tangos, y en el baile, a María del Mar Moreno, esa musa del baile de Jerez que una vez más defendió a base de sacrificio y tablas, su talento, en especial por seguiriyas.

La noche se cerró con ‘El Pipa’ aclamado por el público y un fin de fiesta escueto, en el que nuevamente se pudo disfrutar del cante y el baile.

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