Después de varios años de trabajo y dedicación, Pepe de Joaquina hizo por fin realidad su sueño, presentar en Jerez su primer disco. 'Orgullo de Faraón' hizo su puesta de largo el pasado sábado en el Auditorio de Cajasol, un espacio que registró un lleno a rebosar para ver en directo a uno de los artistas más singulares que quedan en esta tierra.

Con traje impecable, el jerezano exhibió todo su potencial en una noche inolvidable en la que se dejó la piel durante casi dos horas. No se guardó ni una pizca de esfuerzo para transmitir y plasmar su manera de concebir el arte ante un público entregado de principio a fin. 

Pepe de Joaquina, junto a La Reina Gitana y Bernardo Parrilla.

Porque si algo tiene este artista del barrio de Santiago es personalidad y eso en una sociedad como la actual, en la que predominan los robots, es gloria bendita.

Como había anunciado, Pepe de Joaquina dividió su aparición en dos tramos, una primera parte en el que desgranó algunos de los temas de su nuevo disco, y otra en la que dejó rienda suelta al compás, al soniquete de Jerez, llevando el disfrute y el goce a los asistentes.

Pepe de Joaquina, en un momento de su actuación en Cajasol.

En la primera interpretó, como no podía ser menos, las bulerías que dan título a su primer disco, una creación de José Gallardo, destacando también la buena sintonía exhibida con el piano de La Reina Gitana y el violín de Bernardo Parrilla, que sirvió para unir tres musicalidades bien cultivadas. Con ellos realizó 'Qué bonito es Santiago', el tema que abre el disco, y posteriormente, con Rosario Montoya arropando el cante, las sevillanas que ha compuesto Jesús Agarrado 'El Guardia'.    

Con un espectáculo bien estructurado y donde nunca se perdió el ritmo, éste se prolongó con una segunda parte repleta de sal, recordándonos por momentos a aquellos fines de fiesta históricos de la denostada Fiesta de la Bulería, en los que el cante, el baile y el toque hacían las delicias del público. 

Otro momento de la presentación de 'Orgullo de Faraón'.

Fue el momento entonces de ver a Pepe de Joaquina en su salsa, recibiendo el cante como el torero que espera al toro a puerta gayola, y recreándose en las bulerías por cuplé que nadie acomete mejor que él. 

A ese ambiente festero se sumaron Tomasito, un artista único que eleva el compás a la velocidad de la luz, y que, con zapatos de baile azul, formó el taco poniendo bocabajo la sala. Tampoco se quedó atrás Enrique El Zambo, el rey de la fiesta, que exprimió el mejor jugo del baile de Dieguito de la Margara, un fuera de serie en esta parcela.       

El público los despidió en pie después de haber disfrutado de una jornada que se quedará, para muchos de ellos, en su memoria más íntima.

El jerezano, arropado por todos los artistas que le acompañaron.