Un pulso constante por poder descansar y tener calidad de vida
Entre el 5% y el 10% de los adultos españoles padecen Síndrome de Piernas Inquietas
Pacientes alertan de un infradiagnóstico masivo que retrasa la atención y agrava el impacto en el día a día
En España, el síndrome de piernas inquietas (SPI), también llamado enfermedad de Willis-Ekbom, es frecuente y está infradiagnosticado. La Sociedad Española de Neurología estima que alrededor del 5% de la población lo padece y que hasta el 90% de los casos no están diagnosticados; en Europa, los rangos poblacionales suelen oscilar entre el 5% y el 10 % en adultos y entre el 2% y el 4% en población pediátrica.
El rasgo más invalidante del síndrome de piernas inquietas es la interrupción del sueño. Los síntomas empeoran en reposo y por la noche, lo que provoca insomnio, despertares y somnolencia diurna. Esta desestructuración del sueño es una de las principales consecuencias del trastorno.
Purificación Titos, presidenta de la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI), ahonda en el impacto de la patología en la calidad de vida y reivindica una mayor formación en Atención Primaria para poder abordar mejor este problema. “La enfermedad afecta a todas las esferas de la vida: familiar, social y laboral”, explica. Y pone como ejemplo la dificultad para viajar, al tener que estar tiempo con las piernas inmóviles. “Hay que tener en cuenta el efecto de no poder dormir ni descansar adecuadamente; las consecuencias van desde la depresión, la ansiedad recurrente y las ideas o conductas suicidas”.
En el plano psicológico, la evidencia actual es sólida: un metaanálisis de 2024 muestra niveles más altos de depresión y ansiedad en personas con SPI que en la población sana. En grandes bases poblacionales, el síndrome de piernas inquietas se ha asociado además con mayor riesgo de conductas suicidas y autolesiones, según un estudio de 2019 publicado en JAMA Network Open. En el ámbito asociativo, los colectivos de pacientes reportan tasas de depresión y ansiedad varias veces superiores a las de la población general, con demoras diagnósticas sustanciales.
Asimismo, la presidenta de AESPI, que celebrará en Pamplona los próximos días 21 y 22 de septiembre su encuentro nacional, hace hincapié en la incomprensión a la que se enfrentan en muchas ocasiones las personas afectadas. “Esas molestias están en tu cabeza” o “es por el estrés”, son algunas de las frases que algunos pacientes acaban escuchando de su propio médico. De ahí la importancia por impulsar el conocimiento de las guías clínicas existentes, europeas y americanas, entre los profesionales. Su premisa es directa: controlar los síntomas nocturnos mejora el día a día. “Estas guías refieren mejoras clínicamente significativas en calidad de vida con gabapentinoides y con hierro intravenoso en pacientes con déficit férrico; los agonistas dopaminérgicos también mejoran y se han usado mucho tiempo, pero ahora se sabe que su uso sostenido exige cautela por aumento de síntomas y otros efectos adversos”, explica Purificación Titos.
Otro caballo de batalla es mejorar el diagnóstico precoz. La Sociedad Española de Neurología pide atención temprana en Atención Primaria ante molestias típicas que empeoran en reposo, al atardecer o por la noche y mejoran con el movimiento, para reducir el impacto escolar, laboral y social. En clínica, disponer de escalas validadas ayuda a seguir la respuesta al tratamiento más allá del alivio sintomático.
Proyecto piloto para mejorar la coordinación entre profesionales
Pese a su elevada prevalencia, continúa siendo una enfermedad escasamente reconocida en los ámbitos sanitario, social y laboral. Por este motivo, el secretario general de Planificación Asistencial y Consumo de la Consejería de Salud y Consumo, Ismael Muñoz, abogó el pasado mes de julio por elaborar un documento piloto que explique el trabajo colaborativo entre el personal de neurofisiología del área hospitalaria a los de Atención Primaria para formarlos en el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad, tras mantener una reunión con una representación de la Asociación Española Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI).
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