Al cruzar la puerta se siente vibrar la Semana Santa. Es por la mañana y aún quedan algunas horas para que los tambores y las cornetas marquen el ritmo de los costaleros a su paso por el centro. Al acabar de sonar una saeta, en la minicadena del taller de Casa Quevedo comienza una marcha que inunda el establecimiento. Así ameniza su trastienda Alfredo Quevedo, segunda generación de propietarios de uno de esos comercios jerezanos en los que restalla la Semana Mayor todo el año. Francisco, hijo de Alfredo, atiende en el mostrador. "Casa Quevedo lleva aquí -plaza de la Yerba, calle Consistorio- desde 1948, pero mi bisabuela ya empezó con otra tienda en la calle Algarve, así que yo, en realidad, pertenezco a la cuarta generación", matiza Francisco. Este año, a pesar de cuanto se hable de fin de crisis, tiene poco que celebrar. "Está siendo una Semana Santa complicada porque ha caído muy pronto este año. Ha pasado poco tiempo desde la Navidad y la gente ha gastado menos". 

Estos son, en teoría,  los días de más 'trajín'. Ubicado en una parte del casco histórico envidiable, ya pertenece al imaginario local del jerezano. Si fuera sólo por la Semana Santa, deja caer, no seguiría ocupando ese espacio. "Por Navidad también vendemos  belenes. Hacemos marquetería, cristalería y reparamos santos, tallas o lo que nos traigan. Además, tenemos muchos souvenirs". Una pequeña parte de la estantería situada junto a la entrada acumula recuerdos castizo del gusto del 'guiri', como toros, flamencas y hasta un elefante de estilo gaudiano. Pero son solo excepciones comerciales, casi licencias poéticas de mostrador. 

Su modelo de negocio es claro. "La gente agradece mucho la especialización y el buen trato". Entrar en Quevedo es llevarse un golpe de jerezanía. La patrona de la ciudad, la Virgen de la Merced en varios tamaños se dispone a lo largo de la tienda. "Se venden bien las miniaturas de pasos para montar, sobre todo de algunos como el Señor de las Penas o la Yedra", cuenta Francisco. Incensiarios, penitentes de escayola. Ningún buen cofrade jerezano desconoce Casa Quevedo.

Con menos años a sus espaldas también se ha hecho un hueco 'ArteSacro', una tienda ubicada en una esquina de la calle Évora. A última hora entra un crío buscando sandalias de color beige. "Ya no nos quedan de tu número", le responde Sara Casal, su propietaria. Lleva ocho años en esta industria. "Cuando llega El Rocío, por ejemplo, ponemos a la venta algunas cosas que tengan relación, pero lo principal es la Semana Santa". Cíngulos, pábulos, libros sobre las hermandades, medallas, rosarios, reportajes en DVD... "Yo era representante de una empresa que trabajaba con material para las cofradías, pero al final me decidí a dedicarme por mi cuenta y monté la tienda". Ha notado la misma precaución en la clientela a la hora de gastar. "Este año todo el mundo ha dejado sus compras para el final", puntualiza. Incluso las propias hermandades. "Ayer estuve hasta las cuatro y media de la mañana colocando flores en un paso. Han sido días muy movidos porque ninguna cofradía hizo sus pedidos antes de Navidad, así que se ha acumulado". Pero Casal muestra una sonrisa enorme. Disfruta con su trabajo. Ni siquiera fallará con su hermandad de toda la vida, en la que realizará estación de penitencia como todos los años. "Salgo de aquí corriendo de trabajar y estoy a la hora".

En general, para una ciudad en la que se vive con devoción la Semana Santa, la industria paralela rinde año tras año. Aunque en Casa Quevedo no saben si la siguiente generación tomará el relevo. "Yo soy padre y no sé si les merece la pena. Yo quiero que estudien, aunque es verdad que yo estudié y he terminado aquí", dice Francisco. "Es complicado en general mantener un negocio de este tipo. Pero si le gusta a mi hijo... No sé, no sé", replica dubitativo. Por lo pronto, las próximas semanas de Pasión están bien servidas en Jerez.