Cofradías

Pablo nos devuelve a la normalidad a través del clasicismo

  • El pregón ofrecido en el Teatro Villamarta como antesala de la Semana Santa fue técnicamente perfecto y estuvo cargado de piropos a la ciudad

Pablo Baena Rodríguez en un momento de su pregón ofrecido este domingo en el Teatro Villamarta.

Pablo Baena Rodríguez en un momento de su pregón ofrecido este domingo en el Teatro Villamarta. / Manuel Aranda (Jerez)

Llegó la hora de Pablo Baena Rodríguez. El Villamarta ha tenido que esperar dos años para sentir las pisadas de este cofrade convencido, hombre de fe y de profundas raíces cristianas heredadas “de mi familia, de los sacerdotes y de las cofradías”, según confesaba en su pregón.

Un acto que venía antecedido de una gran expectación tras dos años de sequía literaria y sin cofradías en las calles. Pero todo llega y Pablo saboreó su momento. Antes de llegar al escenario —señorío del pregonero a raudales— Baena quiso que el dinero que el consejo se gasta todos los años para el famoso desayuno fuera a parar a las hermanas clarisas del convento de San José en la calle Barja. A primera hora de la mañana olía a café y sabía a magdalenas de chocolate que las religiosas preparan y que es un Bocatti di Cardinale. Donde estén las magdalenas del convento que despachaba la desaparecida sor Teresa que se quiten los más delicatesen productos bajados del furgón de un catering.

El pregón se inició con el himno de la Semana Santa: ‘Cristo de la Expiración’. Parece casi un milagro que la banda municipal toque tan afinada con tan solo quince músicos. Las cuerdas que faltan la sustituyen el deseo de sus integrantes que lo volvieron a bordar. 

César Díaz presentó al pregonero. Perfectamente enmarcada la figura para poner al respetable en situación. Su curriculum, sus formas, y su personalidad junto al ángulo desde donde ve la vida pasar. Perfecto y sin florituras. Sin querer robar protagonismo al pregonero y con el tiempo preciso y ajustado.

Tras la presentación, el pregonero se ponía a disposición de monseñor José Rico Pavés, de hinojos, para recibir la bendición en el mismo escenario. La alcaldesa, Mamen Sánchez, y el presidente del consejo, José Manuel García Cordero, acompañaban el momento presidiendo el acto. Al fondo, la cruz de carey de Jesús Nazareno sobre un sobrio exorno natural.

Pablo Baena ofreció su carta de presentación con un piropo a la ciudad

Y Pablo Baena ofreció su carta de presentación con un piropo a la ciudad y a su Semana Santa. Tras esta primera pieza, el pregonero bajaba de la tarima del Villamarta para besar el escenario en un gesto de gratitud a Jerez y sus cofradías.

A partir de ahí, el pregón se basó en el más estricto clasicismo. No hubo orquesta ni actuaciones. Sin música de fondo. El pregonero, el atril, los papeles y su voz frente al público asistente que casi llenó el teatro. Arrancando con la Entrega y la Sagrada Mortaja en los previos para ir haciendo un recorrido en un vehículo casi mágico de cara a devolver al cofrade a la normalidad y la ilusión por ver cofradías.

Pero antes de iniciar este gran recorrido por la Semana Santa y sus procesiones, en guiño a su presentador muy emotivo en el que quiso hacer mención a la grave enfermedad sufrida por Díaz afirmando que fue “Ella la que te ha curado”, en clara alusión a la Santísima Virgen de la que César es gran vestidor en diversas hermandades.

Fue un pregón muy vivencial. Y en este sentido el pregonero narró la primera vez que acudió a la Semana Santa de Jerez. “Fue para ver la salida del Cristo de la Expiración”. Momento en el que quedó prendado de esta Semana Mayor con sus singularidades, las cuales, fueron siempre destacadas por parte del pregonero como un elemento de distinción del resto. No un resta sino un suma y sigue.

Se detuvo en la Virgen de la Estrella para cantarle un “qué guapa es tu cara” y para reivindicar esa Coronación Canónica que tendrá lugar el próximo año. Del Domingo de Ramos destacó la luz que irradia la Reina del Transporte en su paso de palio haciendo referencia al recordado Carlos Otero, hombre profundamente mariano como fue muy mariano el pregón de Pablo Baena.

En el capítulo de vivencias, el pregonero no dudó en contar la razón por la que es hermano de la Sed. “Mi hermandad la vi como un reflejo de la otra mía de la Vera Cruz que creamos un grupo de muchachos de Bornos”, afirmó. Y en este capítulo, donde pidió que “viniera el Reino de Cristo” a través del portentoso crucificado de Elías Rodríguez Picón, aprovechó para reivindicar que se designen a las advocaciones con su artículo determinante, abominando de aquellos que dicen que van a ver a Amargura, Valle o Consuelo porque “quitar el artículo es quitar sublimidad a la Santísima Virgen”. Acertado apunte reivindicativo de un filólogo que también se da en estas nuevas generaciones con los nombres de las hermandades a las que se les priva de su artículo y ‘a Catedral’, sin determinar la grandeza del primer templo diocesano.

A partir de ahí, el pregonero recordó a todas y cada una de las hermandades jerezanas. A excepción de Humildad y Paciencia que imaginamos que tuvo que ser un error de lectura al saltarse el párrafo. Precisamente el día en el que, según cuenta la intrahistoria de la corporación, fue bendecida la imagen; que también es mala suerte. Pero dejando el lance aparte, quiso pararse en algunos puntos de su recorrido para poner su mirada a través del verso.

Mención aparte tuvieron los momentos dedicados a “los ojos de los Remedios” o el capítulo ofrecido a la Virgen del Mayor Dolor donde afirmó que era “la Virgen más dolorosa de Jerez”.

En el apartado cristífero, el Señor de la Sagrada Cena como inmolación del Señor en la eucaristía o un guiño que gustó mucho cuando afirmó que “Paco Pinto era panadero e imaginero y en lugar de salir un pan blanco le salió moreno”, en clara referencia al Señor de las Misericordias. Jesús del Prendimiento y sus manos atadas al que le dice que “está preso en su barrio al mejor de los flamencos”. Pero quizá el momento más emotivo fue el dedicado a Jesús Nazareno, hermandad enclavada en la más pura jerezanía. Declamó que hechas las cosas por el Creador, Jesús salió a las calles sin costales ni molías “porque así lo quiso Dios”.

"Qué guapa eres, caramba", le dirigió a la Esperanza de la Yedra

Ha sido también un pregón muy sacramental. “Las hermandades sacramentales tienen el privilegio de tener entre ellos a su titular”, afirmó. Y tuvo un guiño, muy de Jueves Santo, para Cristo de las Almas, de la Sacramental de Santiago, de donde también es hermano.

Lógicamente, uno de sus momentos más entregados fue el capítulo dedicado a la Esperanza de la Yedra. “Qué guapa eres, caramba”, pronunciaba parafraseando a la querida camarera Paqui Cortijo cuando tras su manto verde así la aclama cada ‘Madrugá’. Y de cómo La Plazuela se viste de largo desde primera hora del Jueves Santo.

En definitiva, ha sido un pregón técnicamente magnífico. Con una métrica perfecta y con un manejo del oficio extraordinario ¿Pudo ser más o menos jerezano o se pasó de azúcar y se quedó corto en con el salero? Qué más da que las palabras bulería, amontillado, catavino o torrija no saliera en su pregón. La pregunta ofende porque ya no tiene mucho más sentido. Pablo Baena tuvo su momento y tras dos años de espera no era cuestión de engañarse a sí mismo. Fue el pregón de Pablo Baena, y con eso bastó para poner a todo el ámbito cofrade en modo de espera a que salga la primera a las calle. Misión más que cumplida, Pablo. Tu momento llegó y más que merecido que lo tienes.

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