'Justo antes de Cristo' una serie que comenzó en el siglo XX
Una de romanos y más
Movistar + estrena bajo demanda la comedia protagonizada por Julián López sobre un patricia romano desterrado a Tracia
Como “una serie sin referentes” definen sus creadores, Pepón Montero y Juan Maidagán, Justo antes de Cristo, porque aunque transcurre en un campamento romano del 31 A.C. es un “drama de risas” que se resiste a las comparaciones con La vida de Brian y que de Gladiator sólo tiene algún mueble prestado.
Hoy se estrena en Movistar+, plataforma que compró a Montero y Maidagán (Camera café) este proyecto que nació en 2002 y que casi comenzó a gestarse en el pasado siglo. Ninguna cadena lo quiso y ahora se ha convertido en 12 episodios conclusivos de 25 minutos, cuya primera tanda de seis se podrá ver bajo demanda desde este viernes.
“Es humor a partir de situaciones cotidianas”, dice Maidagán; más concretamente, a partir de la vida de “un neuras” en la Roma antigua. Se trata de Manio Semponio (Julián López), un acomodado patricio que mata por error a un senador y al que conmutan la condena de pena de muerte por servir a la legión en Tracia, donde intentará sin mucho éxito emular las gestas militares de su padre, El Magnífico.
Tiene la suerte de contar con la sensatez e inteligencia de su esclavo Agorastocles, interpretado por un Xosé Touriñán, que conserva su acento gallego porque “en el impero romano había gente de todos lados”. Es una comedia en la que “nada se toma a la ligera” y que busca divertir desde personajes “dramáticos y trágicos”. "Es un drama de risas porque cuenta cosas de la vida cotidiana; seguro que es como la cara B o las bambalinas de Ben Hur'", apostilla Touriñán.
Porque sobre ese periodo esplendoroso de Roma hay mucha ficción, pero "poca comedia", recuerda Maidagán, para quien el estilo de la serie se acerca más a MASH o a Camera Café que a La vida de Brian o incluso Astérix ya que "es humor a partir de situaciones muy cotidianas". "Es única", zanja Pepón Montero.
A Borja Cobeaga, que no suele dirigir guiones ajenos y lamenta hacer asuntos vinculados a la Historia de España, le atrajo "un guion excepcionalmente bueno" que se ha convertido en una serie "realista, bien hecha, muy marciana, original y en la que pasan muchas cosas: aventurillas, intrigas palaciegas...".
Cobeaga reconoce que los tres meses de rodaje, buena parte del cual transcurrió en "un bosque de Segovia a tres grados bajo cero", fue duro principalmente por el frío, pero también por el afán de reflejar cómo era la vida en un campamento de la legión romana, caballos incluidos.
"Rodamos en una cueva que olía a mierda de murciélago, el sitio más insalubre que he pisado en mi vida, y mira que he estado en bares insalubres", recuerda Cobeaga entre carcajadas. "Sí, hacía mucho frío y mucha humedad, pero somos romanos y valientes", añade Touriñán.
Porque son romanos en su faceta más humana, pero la actitud tipo "Gladiator" la tienen, comenta. También algún elemento de "atrezzo" del largometraje de Ridley Scott.
Lo que no tiene igual es un campamento a cuyo cargo está el general Cneo Valerio (César Sarachu), a quien nunca le interesó el ejército y que está al cuidado de su hija Valeria (Cecilia Freire), una experta en el arte de la manipulación. Más que la guerra le importa la fiesta al militar Antonino (Eduardo Antuña), mientras que su compañero Gabinio (Manolo Solo) disfruta tanto de la batalla como del vino.
"Es una suerte que Pepón y Juan dieran como Movistar+ -asegura Julián López- porque gracias a esto ha visto la luz una serie tan buena, especial y compleja". EFE
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