Nadie confiaba en la selección. No porque hubiera que marcar 11 goles a Malta de una tacada (“ocho goles se pueden meter con la gorra”, analizaba un mito como Zarra), sino porque sobre La Roja, que entonces no se llamaba así, por supuesto, pesaba el fatalismo del fracaso y la decepción.

Nunca nos iba a dar una alegría, pensaba el personal cuando apagó el televisor en la noche del verano del 82 cuando España cayó derrotada ante la RFA de Rumenigge en el Bernabéu. Así que tampoco hace 40 años iba a ser el día.

Naranjito pesaba y después había agoreros como José María García que malmetían todo lo que podían y más para embarrar el fútbol español. Los holandeses se iban a París. Pero nadie recordaba que el seleccionador Miguel Muñoz conservaba una flor en su retaguardia desde los tiempos de Zoco.

Televisión Española conectó con el Benito Villamarín con el balón ya casi jugado, en los primeros segundos del encuentro ante Malta. Existía tal escepcitismo que nadie confiaba en conseguir los 11 goles de ventaja sobre los holandeses. Con la carambola de los Faruggia tuvieron que ser 12. Y se consiguió, con aquel gallo de José Ángel de la Casa “goool de Señor”, que años después le arrimaban los admiradores porque lo tenían como politono en el móvil. Alfonso Azuara, fallecido hace un año, mosca cojonera en los programas deportivo, era el entusiasta reportero a pie de césped.

El 12-1 a Malta es un mito sentimental como el de Naranjito y cada uno cree que ha visto un partido que realmente no existió. 

TVE, por tanto, lo emitió por la Primera Cadena a desgana y sin esperanzas, en las cadenas de radio incluso hacían desconexiones para poner música, pero en esas la testosterona de dos nietos de Sabino Belausteguigoitia, Santillana y Rincón, apelaron a la furia de 1920 y con todo el coraje pusieron el marcador al baño maría y temiendo el que ponía los cartelones de los números en el Villamarín que no tenía casillero para poner del 10-1 en adelante. Toda España era así de analógica en TVE, que tuvo que improvisar toda la celebración mientras los espectadores que siguieron el partido en directo sólo pueden recordar gritos y abrazos de una goleada inesperada. Ningún español de 1983 vio el 8-1 que marcó Rincón: estaban celebrando revolcados por casa el séptimo gol, el de Maceda. Andaluces, levantaos. los espectadores del Villamarín tapaban por momentos las cámaras de TVE para seguir el juego y algún experto en manifestaciones acuñó lo de "sí, sí, sí, España va a París".

 En la televisión neerlandesa cerraron con un árbol de Navidad negro y la emisión se mantuvo un rato más en TVE, pero sin los despliegues impensables de Pedrerol de ahora. La frase más memorable recuperada en el Telediario de la medianoche, la del alcalde madrileño Tierno Galván, que había pedido que acabara ya 1983 tras las tres tragedias encadenadas en Madrid (dos accidentes aéreos en Barajas y el incendio de Alcala 20). La selección dio cierto consuelo.

Hubo que esperar a que repusieran el partido, algo excepcional, en la mañana del sábado 24, con Miguel Muñoz en el plató. Naranjito había sido vengado en cierta medida y el vídeo que se había quedado oxidado desde el Mundial 1982 por fin pudo conservar en el VHS un partido inolvidable.

Aquí la versión integra de lo que emitió TVE, recuperada por Teledeporte.