feria de san isidro | vigésima sexta corrida en las ventas

Gómez del Pilar, buena imagen

  • El matador de toros madrileño corta la única oreja del festejo

  • Rafaelillo, con el peor lote, y Alberto Lamelas, con el más potable, se marchan de vacío

Gómez del Pilar, en una comprometida larga cambiada de rodillas a su primer toro, al que cortó una oreja.

Gómez del Pilar, en una comprometida larga cambiada de rodillas a su primer toro, al que cortó una oreja. / efe

En la recta final del maratoniano ciclo isidril nos encontramos ayer con dos notas positivas: la notable actuación de Gómez del Pilar, que cortó una merecida oreja, y la buena presentación de la corrida de Dolores Aguirre, sin exceso de kilos y con algunos toros con nobleza en un encierro de juego desigual.

Gómez del Pilar dejó muy buenas sensaciones ante un lote desigual. Cortó un merecido trofeo y dejó constancia de que tiene claridad de ideas, disposición, valor y sentido del temple. Hasta con dos largas cambiadas de rodillas recibió Gómez del Pilar al tercero, de buenas hechuras; la primera de ellas a portagayola. De pie, perdiendo pasos, lanceó con las manos bajas a la verónica. La faena, que brindó a El Chano, estuvo bien estructurada y realizada, dando sitio y tiempo al animal. Tras dos series diestras con muletazos templados logró otra de mano baja. Por el izquierdo, el toro se rajó y se cerró en tablas. Ahí, el madrileño logró varios muletazos sueltos con calidad y mató de estocada bien ejecutada para cobrar una merecida oreja.

Corrida de Dolores Aguirre, de desigual presentación y de juego variado

Con una actitud encomiable, Gómez del Pilar se fue de nuevo a portagayola para recibir al sexto, que no obedeció al capote y merodeó como un depredador junto al torero, quien aguantó una eternidad hasta dar el lance. El diestro, en una faena tesonera y con altibajos, consiguió lucirse fundamentalmente en dos series con la diestra, con ligazón y buenos muletazos ante un toro incierto. Falló con la espada.

Rafaelillo se enfrentó, con oficio, a un mal lote. El que abrió plaza, bien presentado, corniveleto, resultó manso. El murciano lo fijó bien con el capote y se batió el cobre con las embestidas ásperas del animal, al que mató mal, de estocada que hizo guardia y un descabello. El diestro, lamentablemente, se clavó el verduguillo en el pie derecho y pasó a la enfermería, siendo silenciada su labor.

Al serio, corniabierto y corniveleto cuarto, Rafaelillo lo recibió con una larga junto a tablas. Embistió bien de salida, pero se rajó de inmediato en la muleta y se fue agriando, sufriendo el torero un hachazo tremendo que quedó en el destrozo de la banda de la taleguilla de la pierna derecha. El espada lo cazó bien al primer envite.

Alberto Lamelas, sin apenas estar placeado, dio buena imagen con un lote potable. Recibió al segundo, de buenas hechuras, con una larga cambiada de rodillas junto a tablas. Con la muleta comenzó su faena dando distancia a un toro noble y justo de fuerzas. El diestro se escurrió tras un muletazo, pero afortunadamente no hizo por él. La labor fue a menos, como el toro. Mató de media y dos descabellos.

El quinto, alto, regaló un puñado de buenas embestidas; si bien no tuvo fondo. Lamelas, en las afueras, logró un par de series con ligazón que llegaron al tendido, la segunda de ellas con muletazos con mano baja. Hubo temple. Pero el toro se rajó cuando el jiennense se echó la muleta a la izquierda. En lo que hubiera sido una gran estocada salió comprometido y acabó en un metisaca. Mató de estocada y fue ovacionado.

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