Cuarto de Muestras

Roja y azul

Al preguntarle que, cómo ella llevaba la cinta al cuello, me dijo que tiene especial interés en vulgarizar a los pijos

El otro día me di una vuelta por el famoso metaverso. Esa realidad paralela o lo que sea no es para tanto. Creía que iba a encontrarme, no sé, con escritores de otro siglo, con Napoleón llorando por Josefina y, voy y me encuentro con Yolanda Díaz. No sabéis la de cosas que me contó.

Estaba sentada en una de esas terrazas que hay en cualquier realidad, paralela o no, para ver a la gente pasar y se me sienta al lado la vicepresidenta segunda. Mientras miraba cómo iba vestida se dirigió a mí y comenzó a desahogarse, que es algo que también se hace al parecer en el metaverso: Estoy muerta, me dijo. Acabo de salir del estilista y dentro de media hora tengo manicura. No me da la vida. No es por criticar, pero mira, el otro día le digo a mi peluquero: "Ponme mona que tengo desfile", y va y me contesta ¿de Valentino? No, de las Fuerzas Armadas, que dura mucho más, así que acartóname el moño con laca que no quiero parecer una loca. Y es que desde que se echó un novio poliamoroso en First Dates no da una. Acto seguido con esa nariz tan Pitita Ridruejo que tiene, me habló en el tono bajito con el que hoy hablan todas las políticas menos la ministra Montero, que maneja los dineros y es más ordinarilla. Dicen que anda por aquí recomendando edredones gordos para el ahorro energético. Bueno pues me dice, hay una liada en el gobierno que me tiene agotada de negociar.

Me fijé en el cuello de Yolanda, adornado con una cinta roja, como pusieron de moda las merveilleuses francesas tras la revolución, para recordar las cabezas guillotinadas de sus familiares nobles. Al preguntarle que cómo ella, tan roja, llevaba la cinta al cuello, me dijo que tiene especial interés en vulgarizar a los pijos, de ahí su continua emulación.

Lo que me tiene loca, me dijo es que el presidente quiere derogar por Decreto-Ley el refrán "Quién llega tarde ni oye misa ni come carne". Los de Vox han aparecido reivindicando que "A quien madruga Dios le ayuda" y Rufián nos llegó en pijama para explicar que no por mucho madrugar amanece más temprano. Yo he ofrecido nuestro voto a cambio de elevar a principio constitucional que "el hábito no hace al monje". Una negociación muy difícil, me dijo entrecerrando los ojos, que el pueblo nos agradecerá siempre.

Por alegrarle le pregunté por Pablo Iglesias, que qué le parecía que se hubiera cortado la coleta. Me dijo, no sé, nunca hablo de estética. Ni yo, ni yo tampoco.

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