
En tránsito
Eduardo Jordá
Ulises
La esquina
EL alcalde de Marinaleda y diputado de IU, Juan Manuel Sánchez Gordillo, se ha librado de sentarse en el banquillo por el asalto a un supermercado de Écija, en agosto de 2102, cuando un grupo de miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) se apoderaron de nueve carros de alimentos y los repartieron entre un grupo de ocupantes de viviendas de un banco.
El Tribunal Superior de Justicia, siguiendo el criterio de la Fiscalía, ha exonerado al alcalde porque las diligencias practicadas no han podido probar su participación en el asalto y porque su posterior apología de los hechos, megáfono en mano, se produjo cuando el delito ya había sido cometido.
Nada que objetar desde el punto de vista jurídico. Sin embargo, éste es uno de esos casos paradigmáticos de la enorme distancia entre la verdad judicial -la única que cabe exigir a un tribunal- y la verdad material de lo sucedido. Por una razón bien sencilla: en Marinaleda no se mueve una hoja sin que Sánchez Gordillo haya decidido moverla y los activistas del Sindicato Andaluz de Trabajadores no actúan sin que Sánchez Gordillo, o Diego Cañamero, o los dos, les ordenen actuar. Esto funciona como la claque de Lopera cuando era dueño del Betis, que hizo suyo un lema contundente: "Lo que diga don Manuel". En Marinaleda y en el SAT se hace "lo que diga Juan Manuel". Para hacerlo todo más fácil, Juan Manuel financia con fondos municipales los autobuses que trasladan a los sindicalistas a asaltar supermercados, ocupar fincas (por ocupar la finca militar Las Turquillas sí ha sido condenado el alcalde a siete meses de cárcel por el mismo TSJA) o hacer de piquetes "informativos" en las huelgas generales.
Es bastante verosímil, pues, que el día 7 de agosto de 2012, cuando se atacó el Mercadona de Écija para "expropiar" alimentos para los necesitados, Sánchez Gordillo llegase efectivamente tarde al evento -razón por la cual sólo pudo jalearlo desde la calle-, bien por un fallo logístico, bien por una voluntad planeada de no incurrir en el delito que organizó para que incurrieran sus obedientes compañeros. Vamos, que se comportó como una especie de Capitán Araña, aquel que embarcó a todos los tripulantes que había reclutado y él se quedó en tierra. Libre de banquillo.
De modo que es responsable real del asalto, pero inocente del delito de robo. Nada que objetar al fallo del TSJA.
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