Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Cuarto de Muestras

La liebre y la tortuga

Tenemos un sistema basado en valores cívicos que sólo pervivirá si mantenemos esos valores

íbamos el otro día por una carretera comarcal y nos encontramos con un coche de otra época, de esos que se compraban los grandes toreros tras triunfar después de haber pasado mucha hambre en la infancia. Circulaba lento y airoso, a ritmo de paseíllo en una tarde de gloria y puerta grande. Durante un tiempo le seguimos como si formáramos parte de la cuadrilla hasta que, decidimos adelantarle mientras hacíamos mil suposiciones sobre el propio auto y su anacrónica cadencia. Su lento caminar sin prisas y sin destino cierto. No corras, pedí, que quiero ver quién va dentro. Conducía un señor de pelo blanco que podría doblar la edad del coche y, a su lado, de copiloto, un joven engominado con pinta casi de sinvergüenza, de pillo más bien. Este último me sostuvo la mirada mientras los estuve curioseando. Como galgos corredores enseguida dejamos atrás al rocín flaco con su hidalgo y su escudero, quién sabe en busca de qué aventuras. Me hubiese gustado seguir ese hilo de vida que podría ser el comienzo de una novela que siempre voy a escribir y nunca escribo.

A la vuelta de nuestro viaje fugaz no tuvimos tanta suerte. La radio contaba una y otra vez que un demente y un egocéntrico habían alcanzado un acuerdo para formar gobierno y hacer tambalear los cimientos del Estado de Derecho. Se me vino a la mente, el viejo coche, su lentitud y vulnerabilidad. Su destino incierto. Tenemos un sistema que nos ha dado cuarenta años de paz, basado en valores cívicos que sólo pervivirá si mantenemos esos valores, por eso es grande y vulnerable a la vez. Esos valores están consagrados en la Constitución y respaldados por el imperio de la ley que nos iguala a todos y la división de poderes como engranaje de contrapesos que impide cualquier abuso, incluido el que ahora se pretende cometer.

El Estado de Derecho no es una liebre engreída que corre veloz a saltos febriles y burlescos y que pierde la carrera por confiada. El Estado de Derecho es una tortuga subestimada, como nos enseñó la fábula que gana la carrera con su perseverancia.

Todos tenemos que sostener, mantener y defender nuestros valores cívicos en todo cuanto hagamos, por modesto que sea, pues son los que hacen posible el Estado de Derecho. Tenemos que reivindicar la Constitución del 78 en la que cabemos todos los que defendemos la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Las liebres soberbias perderán la carrera.

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