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Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

El tren de Sánchez

A los alcaldes se les ha dejado poco que vender en estos tiempos pero hay ministros que dan auténtica vergüenza

Jerez estará comunicada por tren de manera directa a principios de agosto con Barcelona al ser incluida la ciudad en la ruta del Intercity Torre del Oro. La noticia, esperada desde hace tiempo, ha sido celebrada por viajeros y por el gobierno local, que ha llegado a asegurar a través de un comunicado oficial que ese enlace es fruto de una negociación personal entre la alcaldesa Mamen Sánchez y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Desconocíamos el común de los mortales que alcaldesa y presidente tratasen este tipo de asuntos, no porque no sean importantes, sino porque se supone que una ruta entre Barcelona y Jerez debería estar desde hace mucho tiempo en la agenda de cualquier concejal o responsable de Transportes. Pero en estos tiempos en los que hay poco que llevarse a la boca, cualquier cosa que no suponga un recorte es digna de vender al público. Aunque hablemos de un enlace que suponga once horas de trayecto y a mucho más coste que poco más de una hora en avión entre ambos puntos.

Sabido es que hay personas que no pueden o no deben viajar en avión y bueno está que haya donde poder elegir. Como si es en barco desde el río Nilo, o el Duero, hasta el Guadalete y tiro porque me toca.

Hay algo de cierto y de concordancia en todo esto, ahora metafóricamente en el tono o tema político: el tren de Mamen Sánchez pasa, en buena parte, por el del otro Sánchez, Pedro. No es sólo por un tren que tarda medio día en llegar sino por el hecho de vincularlo a una forma de gobernar.

Y es ahí donde Sánchez, la alcaldesa, ha de tener cautelas, pues el mismo que según se dice hace posible que desde la Cataluña de los aliados de ERC, Junts per Cat y hasta la CUP mantiene el Gobierno en Moncloa, le puede pasar factura algún día en sentido negativo. Al igual que le acabarán haciendo daño sus socios no socios en Jerez, la nueva amalgama de la izquierda más allá del PSOE, concurrencia de gazpachos donde los haya, que tras una pátina inocente la quieren empujar hacia una radicalización en la que muchos votantes socialistas se sienten incómodos.

La pregunta es, pues, hasta qué punto los apoyos nacionales acaban socavando los locales. Desde un demagogo llegado a ministro (algo ya bastante conocido) que demoniza la carne pensando que se trata de algo progresista o una insensata linguística que llega al máximo nivel ridículo destrozando el lenguaje 'matrio'. No sólo por sus esforzados concejales que han tratado de dejar mejor que estaban cada calle o plaza, no sólo por rascar lo posible de la deuda municipal ante Hacienda, no por muchos y muchos proyectos que han salido adelante se les va a juzgar a alcaldesas como Mamen Sánchez. También, tal vez injustamente, por las salidas de tono de aquellos que, no olvidemos, una vez defenestrados, van a tener una pensión vitalicia de la que disfrutarán, al sol de sus propiedades ganadas demagógicamente, mientras ven cómo sus ex compañeros sufren sus ocurrencias. Los enemigos suelen estar casi siempre dentro de casa.

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