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Cine

Descubrir (y reivindicar) la obra de Manolo Summers

José Luis Ordóñez y Miguel Olid, este jueves en el seminario que acoge el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla.

José Luis Ordóñez y Miguel Olid, este jueves en el seminario que acoge el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

El primer mes de este recién estrenado 2024 bien podría proclamarse como el enero de Summers, si tenemos en cuenta la cantidad de actividades en torno a su figura. Impulsadas por el cineasta, escritor e historiador Miguel Olid, que desde hace años ha trabajado y dedicado buena parte de su tiempo al estudio y recuperación de la obra del cineasta sevillano. Una tarea que ha contado con el apoyo de la familia Summers, así como con la complicidad del agitador cultural sevillano Fran G. Matute, especialista en las corrientes vanguardistas más destacadas de los 60 y 70, como bien da muestra de ello en el estudio Esta vez venimos a golpear (Sílex Ediciones).

Aunque nacido y fallecido en Sevilla, Huelva ocupó un lugar muy destacado en la vida de Manuel Summers. De ahí que, desde principios de enero y hasta el próximo 3 de febrero, en la Diputación Provincial de Huelva se puede visitar la exposición It’s Summers time, que es un repaso visual de la obra de este creador andaluz a través de sus fotogramas y viñetas. Tal y como explica Fran G. Matute, "la idea es que todo confluyera y se retroalimentara, de tal manera que el seminario se puede entender como un complemento a la exposición de Huelva, formando lo que podríamos calificar como el combo perfecto". Con respecto al seminario que está desarrollándose en el Cicus, Matute señala que "la idea es ofrecer desde un punto de vista de los estudiosos y de los expertos una imagen global de Summers, tanto como director de cine y como dibujante, a través de una serie de ponencias y mesas redondas".

No duda en señalar Matute que este seminario es "una oportunidad única para estudiar a un cineasta que ha sido claramente olvidado, por medio de una visión poliédrica y completa de lo que realmente fue: un binomio de éxito y fracaso, donde alternó películas muy populares con otras más personales, y que nunca se habían analizado hasta ahora con detalle". Sostiene Matute que "como dibujante fue más ácido e incisivo que como cineasta, pero no debemos olvidar que fue un creador con mucha personalidad y propietario de una mirada especial". En este sentido, el crítico cultural señala que "Summers abordaba temas complicados para aquella época, como el sexo, la religión o la autoridad, siendo capaz de lanzar una serie de mensajes que conseguían hacer reflexionar al espectador". Para Matute, en contraposición con el cineasta Carlos Saura, "que fue más combativo contra la dictadura, pero desde la abstracción, Summers toma elementos más comunes, convirtiéndose en un retratista de la sociedad del momento, con todas sus miserias".

Para Fran G. Matute, el Seminario Summers es “una oportunidad única para estudiar a un cineasta que ha sido claramente olvidado”

El seminario Summers comenzó este jueves con la presentación a cargo de Miguel Olid, que calificó al creador sevillano "como uno de los grandes cineastas del cine español" y un análisis de su cinematografía a cargo del escritor y crítico José Luis Ordóñez, que afirmó que la obra del protagonista del ciclo se caracteriza por "su empeño por captar la realidad para integrarla en su ficción, hasta el punto de pasar a la realidad directamente, con la cámara oculta" (como en la popular To er mundo é güeno, 1982). Ordóñez también quiso destacar el "humor irreverente, muy negro, osado, que forma parte de su particular visión", como uno de los elementos fundamentales de su obra. En la que pueden llegar a intuirse, a juicio de Ordóñez, "tres etapas; la de los 60 que es la del triunfo artístico (Del rosa al amarillo, de 1963, o El juego de la oca, 1965); la de los 70, que viene marcada por el megaéxito planetario de Adiós, cigueña, adiós (1971), y la de los 80, que es una mezcla de las dos anteriores, ya que insiste en fórmulas más comerciales, como es la película de los Hombres G, pero también intenta ofrecer algo diferente, en un intento por recuperar al Summers de los 60". José Luis Ordóñez afirma que se trató "de un cineasta sepultado por su propio éxito, ya que muchos espectadores creen que su obra se limita a lo que hizo en los 80, cuando la que ofreció en los 60 es magnífica, de lo mejor que se rodó en España en esa década".

Manolo Summers, en el rodaje de ‘La niña de luto’. Manolo Summers, en el rodaje de ‘La niña de luto’.

Manolo Summers, en el rodaje de ‘La niña de luto’.

A la ponencia de José Luis Ordóñez siguió la de Enrique Colmena, que analizó las constantes de la cinematografía de Summers, y hasta el próximo domingo hay otras más programadas, en donde se profundizará, tal y como indicó Miguel Olid, "en su faceta como dibujante, en su éxito-fracaso que le caracterizó, su vertiente de cineasta total, ya que fue director, productor y guionista o su relación con la censura". Esta última ponencia corre a cargo del impulsor de este seminario, Miguel Olid, que en los próximos meses estrenará el documental Summers, el rebelde, en el que lleva trabajando varios años.

Se completa este seminario con la proyección de cuatro películas de Manuel Summers, Del rosa al amarillo, La niña de luto, Juguetes rotos y Adiós, cigüeña, adiós, el 29 de enero y 5, 15 y 19 de febrero, igualmente en el Cicus. Cuatro títulos que a juicio de Fran G. Matute son "cuatro buenas películas, el tiempo no ha pasado por ellas". Tanto José Luis Ordóñez como el propio Matute coinciden en señalar que la obra de este cineasta sevillano "ha sido imposible contemplar hasta hace muy poco tiempo, que ha sido rescatada por algunas plataformas, y su ausencia en los libros de cine sigue siendo inexplicable". Esta es la intención de este Seminario Summers, impulsado por Miguel Olid y Fran G. Matute, con el apoyo del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla, recuperar y reivindicar la obra de un cineasta, que tuvo una presencia destacada en las salas de cine españolas, y también en el ámbito internacional, durante tres décadas, entre los 60 y los 90, para luego pasar al olvido.

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