Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?

Cine francés, ¿pero qué te han hecho?

Una imagen de 'Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?'

Una imagen de 'Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?' / D. S,

El cine francés, que como todas las grandes cinematografías europeas –sobre todo la alemana, la italiana, la inglesa y la francesa– no logra recuperar la fuerza creativa que tuvo hasta los años 70, se está muriendo de risa a base de comedias cada vez más tontas –groseras o blandas, que de todo hay– que suelen tener un éxito en taquilla que anima a seguir por esta senda.

Una de las peores es esta tercera entrega de la saga familiar de los Verneuil que esta vez gira en torno a la fiesta del 40 aniversario del conservador matrimonio cuyas desventuras raciales con sus yernos han alimentado las campeonas de taquilla Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? (2014), Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho ahora? (2019) y esta Dios mío, ¿pero qué nos has hecho?, todas perpetradas por Philippe de Chauveron, autor de otros bodrios como Con los brazos abiertos o Embarque inmediato que también juegan con la corrección política y sus límites: un terreno fácil para hacer gracietas que parezcan atrevidas e irreverentes a la vez que contengan la suficiente dosis de corrección como para no meterse en los pantanosos terrenos de la trasgresión.

La trilogía se basa en un matrimonio que representa la vieja Francia conservadora con cierta cáscara liberal bajo la que esconde una pulpa racista y xenófoba no reconocida hasta que sus hijas se casan con un árabe, un judío, un chino y un negro (a los que ahora se suman sus consuegros). ¿Un alegato, a través de la comedia, contra la xenofobia, el racismo y la patética grandeur ultra gala y provinciana? No. La presunta parodia del matrimonio tiene todo el aire de ser un pretexto para hacer chistes malos, y algunos groseros, que pueden hacer reír por igual a quienes encuentran graciosos los chascarrillos sobre los estereotipos raciales y a quienes les disgustan pero en el fondo les divierten tanto como a los otros si se revisten de barniz crítico. La única condición es que unos y otros no sean muy exigentes a la hora de buscar estímulos para reírse.

En no pocos momentos la diferencia entre criticar estos estereotipos o explotarlos es tan fina que casi no se diferencia lo uno de lo otro. Se denuncia el racismo convocando los más manidos clichés racistas. Sobre las interpretaciones, encabezadas por ese líder absoluto de la taquilla francesa que es Christian Clavier, mejor no decir nada.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios