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DE LIBROS

Las huellas de Gustavo Adolfo Bécquer en Madrid y Toledo

  • Aunque la biografía y sensibilidad de Bécquer se relaciona con Sevilla, dejó pocas descripciones de la ciudad pero desarrolló numerosos trabajos sobre Madrid

'Madrid en la obra de Bécquer' de Guillermo Suazo Pascual.

'Madrid en la obra de Bécquer' de Guillermo Suazo Pascual. / M. G.

Es curioso que Gustavo Adolfo Bécquer, cuya biografía y sensibilidad se relaciona de manera estrecha con Sevilla, dejase tan pocas descripciones de la ciudad y sus gentes. Sin embargo, son numerosos sus trabajos sobre Madrid. Bécquer abandonó Sevilla a finales del verano de 1854, a la edad de dieciocho años, con destino a una capital en la que aspiraba conseguir la gloria literaria. Allí vivió en distintos domicilios hasta su muerte, en diciembre de 1870. Su espíritu inquieto y curioso lo llevó a viajar, o establecerse durante temporadas, por otros puntos de España: Zaragoza, Toledo, Soria, Ávila... En Madrid en la obra de Bécquer Guillermo Suazo Pascual reúne los "escritos madrileños", ordenados en tres secciones: "Relatos contemporáneos", "Textos periodísticos" y "Textos sobre personajes relevantes". Suma un apéndice de cartas e "instancias relacionadas con Madrid". De forma natural, el conjunto más extenso es el segundo, con los artículos y crónicas que fueron viendo la luz en revistas y periódicos entre 1855 y 1870, en ocasiones ilustrados por dibujos de su hermano Valeriano, Daniel Perea o Federico Ruiz, que se reproducen en este volumen.

Bécquer se sintió muy decepcionado por la gran urbe, ese "Madrid sucio, negro, feo como un esqueleto descarnado, tiritando bajo su inmenso sudario de nieve” que, de manera emotiva, comparó con su añorado Sur de “brisas cargadas de perfumes" y "sol de fuego". Sevilla era la ciudad natal, la cuna de su lirismo, sus raíces y la tierra donde anhelaba ser enterrado, a las orillas del Guadalquivir. Pero el grueso de su labor se produjo tras el traslado a Madrid, cuando entró en un periodo de bullente creación literaria y periodística. La escritura al día que alimentaba los diarios (o a la semana o a la quincena, en el caso de las revistas) explica su intensa dedicación al comentario de la actualidad cultural y social. El Contemporáneo, El Museo Universal y La Ilustración de Madrid fueron las tres principales cabeceras en las que colaboró de manera activa. Muchos de los artículos que recoge Suazo Pascual aparecieron sin firma –algo habitual en la prensa decimonónica– y son en consecuencia atribuciones. La perspicacia y la simpatía del Bécquer periodista son notables, igual que su delicadeza a la hora de describir paisajes, vestidos, tradiciones y circunstancias variadas, con una nota de ironía y humor que hace presentes y cercanos sus trazos. Pinta con la pluma, no con el pincel, en la línea de un costumbrismo crítico, aunque amable, propio de su tiempo. Siempre en primera persona, entabla diálogo con el lector, al que interpela de forma coloquial.

Estas crónicas, artículos o revistas permiten conocer las andanzas del autor, solo o junto a sus amigos, por calles, salones, teatros y cafés. Es fácil identificarlo con el pintor que delinea figuras travestidas en diablos o en calaveras (recuerdo ahora los álbumes que dedicó a Julia Espín), pícaro, irreverente y muy divertido. Escritos periodísticos no exentos de lirismo: "los rayos de sol naciente… perfilan con líneas de oro la silueta de los términos lejanos", "la ligera sombra… envuelve los objetos como con un velo de niebla indecisa", mas la inmediatez del diario obliga a abreviar: "No podemos más; el regente nos apremia, el número debe entrar en prensa". Para conocer al poeta de las rimas es imprescindible penetrar en esta faceta de su personalidad artística.

Portada de la obra 'Historia de los templos de España: Toledo' Portada de la obra 'Historia de los templos de España: Toledo'

Portada de la obra 'Historia de los templos de España: Toledo' / M. G.

Madrid en la obra de Bécquer se cierra con un mapa y una relación de direcciones, que concentran espacios vividos o citados en su obra. Añado uno, justo al comienzo de la lista, la calle Mayor, número 36, 2.º de la derecha, presumible pensión en la que se hospedaría a su llegada a la capital, según se lee en el sobre de la epístola que remitió a Juan José Bueno, el 18 de octubre de 1854.

El mismo Guillermo Suazo Pascual ha publicado este año una atractiva edición "anotada y comentada" de Historia de los templos de España (1857), con datos sobre la relación de Bécquer con Toledo, ganadora del I Certamen de investigación María Pacheco sobre el patrimonio literario de esa ciudad. Fue un importante proyecto cultural y comercial que merece ser recordado, pues deja fuera de toda duda el carácter emprendedor y la voluntad del joven por abrirse camino en el mundo de las letras y convertirlas en su oficio. Imaginó un magno y ambicioso ensayo que, a la manera de Chateaubriand, perseguía describir el patrimonio cristiano español, atendiendo a la arquitectura. Bécquer y Juan de la Puerta Vizcaíno, como directores, recibieron el apoyo oficial de la reina Isabel II en junio de 1857. El diseño contemplaba cinco o seis tomos, con pinturas, a cargo de un elevado número de prestigiosos colaboradores, pero finalmente naufragó. La obra comenzó por los templos y la catedral de Toledo y este fue el único tomo que vio la luz. Suazo Pascual expone con detalle todo el proceso y sus grandes dificultades. Bécquer se vio obligado a componer casi todos los capítulos a excepción del centrado en la catedral. En el presente libro se dan los textos junto a la copia de las hermosas litografías, testimonio de la envergadura del empeño artístico-literario.

El nombre de Guillermo Suazo Pascual es familiar para los admiradores de Bécquer por ser el editor de su última Obra completa (2020), en tres tomos, con novedades en cuanto a la inclusión de obras e ilustraciones originales. Ahora, estos dos libros del 2023 ayudan a los lectores a seguir profundizando en los matices del poeta, un ser de carne y hueso que, al no poder sufrir el calor madrileño, confesaba entrar en una especie de delirio que lo transportaba a la penumbra de los jardines del Alcázar sevillano o al mar: "a la altura en que se encuentra el termómetro, preferiríamos la indefinible música de la ola que se tiende perezosa en la playa o se rompe en las peñas llenando el ambiente de menudo rocío… a las combinaciones armónicas más profundas, a las melodías más bellas de todos los genios del mundo".

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