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Gabinete de crisis para no jugar en el barro

Los irreductibles galos sólo temían una cosa: que el cielo cayera sobre sus cabezas. Quizá el juez de silla de ayer, Pascal Maria, francés como sus paisanos de ficción, tuviera el mismo pensamiento y desde primera hora de la mañana tenía en la mente una idea clara: hay que acabar al menos un partido como sea.

La fina llovizna que acompañó a Tita Torró y Klara Zakopalova no era para él un peligro. Pero el aguan comenzaba a calar. Poco a poco las nubes apretaban y el descanso del primer set sirvió para que Maria se diese cuenta de que no tenía pinta de parar. Pidió unos guantes y una gorra..., y a seguir. Pero jugar era un despropósito. El agua comenzaba a ser un problema y decidió parar cuando la checa se anotó el segundo juego de la segunda manga. Y hasta próximo aviso.

La previsión de inicio se fue retrasando con el paso de los minutos hasta que sobre las 16:00 el juez árbitro del duelo, el suizo Andreas Egli, comunicó la cancelación de la jornada, previa reunión con los capitanes, Conchita Martínez y Petr Pala. Pero antes hubo mucho movimiento. Desde el público que reclamaba el dinero de sus entradas, después de que en dos días sólo vieron un encuentro y medio; los aficionados que pedían información sobre los horarios para hoy; y directivos de la RFET y de la ITF buscando soluciones al desaguisado que la climatología había formado.

De inicio, la idea es que Torró y Zakopalova acaben hoy su partido, y después se jueguen, si se puede, otros dos choques individuales de forma simultánea. Pero hay problemas. Uno de ellos se jugaría en las pistas anexas, que llevan estos días acumulando agua al no tener lonas para ser cubiertas y su estado, ayer embarradas, deberá examinarse esta misma mañana. Otro inconveniente, los jueces de línea. Ayer se buscaban y se preguntaba por teléfono su disponibilidad para trabajar hoy, ya que para disputar partidos simultáneos hacen falta el doble de jueces. Pero la cosa no acaba ahí. Las jugadoras están locas por acabar porque alguna, como Carla Suárez, debe estar en Doha mañana. Las checas no hacen más que quejarse por no jugar en pista cubierta en pleno invierno. El enfado, en este caso, es tan comprensible como la postura de las españolas, que eligieron tierra al aire libre porque la ITF se lo permite.

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